Representación cartográfica del sur de Buenos Aires hasta el estrecho de Magallanes en el mapa de José Custodio de Sa y Faria (h. 1786), de Carmen Martínez Martín, Revista TEFROS, Vol. 22, N° 2, artículos originales, julio-diciembre 2024: 55-81.

En línea: julio de 2024. ISSN 1669-726X

 

Cita recomendada:

C. Martínez Martín, Representación cartográfica del sur de Buenos Aires hasta el estrecho de Magallanes en el mapa de José Custodio de Sa y Faria (h. 1786), Revista TEFROS, Vol. 22, N° 2, artículos originales, julio-diciembre 2024: 55-81.

 

 

Representación cartográfica del sur de Buenos Aires hasta el estrecho de Magallanes en el mapa de José Custodio de Sá y Faria (h. 1786)

 

Cartographic representation from the south of Buenos Aires to the Strait of Magellan on the map by Custodio Sá de Faria (c. 1786)

 

Representação cartográfica do sul de Buenos Aires até o Estreito de Magalhães no mapa de Custódio Sá de Faria (c. 1786)

 

                                                                                               Carmen Martínez Martín

                                        Profesor Jubilado Universidad Complutense, Madrid, España

Contacto: carmen.m@ghis.ucm.es – ORCID: https://orcid.org/0009-0001-8275-8610

  

Fecha de presentación: 21 de diciembre de 2023

Fecha de aceptación: 26 de junio de 2024

 

Resumen

Es un estudio sobre el “Mapa Geográfico” del cono sur americano, levantado por Custodio Sá de Faria, en comparación con los mapas existentes sobre el interior y perfil costero de la Patagonia, en las décadas finales del siglo XVIII. Este ejemplar fue enviado al marqués de Loreto en 1786 y se puede consultar en el Archivo General de Indias junto con otros planos y diarios de navegaciones. El análisis de su contenido va de norte a sur: los fuertes en la frontera en el río Salado, sur de Buenos Aires, los lugares fortificados de las Pampas, la herencia cartográfica en la región del Cuyo chileno y las aportaciones de famosos misioneros que estuvieron en los territorios de la Patagonia y sus noticias sobre la actividad en esos años. Cobran especial interés las aportaciones sobre las navegaciones españolas del litoral patagónico realizadas en el marco del proyecto para fundar fuertes y poblaciones en la Bahía sin Fondo, Bahía San Julián y río Negro. El proyecto fue encargado por el ministro don José de Gálvez y llevado a cabo por virrey José de Vértiz entre 1779-83, de los que se conservan diarios y mapas de miembros de la Real Armada que nos permiten corregir algunos datos hasta entonces vigentes.

Palabras clave: siglo XVIII; cartografía; Pampa; Patagonia; comisario Viedma; piloto Villarino.   Real Armada.

 

Abstract

This study compares the southern American cone geographic map drawn up by Custodio Sá de Faria to the existing maps of the interior and coastal profile of Patagonia, mainly in the final decades of the eighteenth century. This copy was sent to the Marquis of Loreto in 1786 and can be consulted in the General Archive of the Indies along with other copies and navigation diaries. The analysis of its content goes from north to south: the forts on the border on the Salado River, south of Buenos Aires, the fortified places of the Pampas, the cartographic heritage in the Chilean Cuyo region and contributions from famous missionaries who were in those territories, and their news about the activity in those years. Of special interest are the contributions on the Spanish coastal navigations carried out in the project to found forts and towns in the Bahía sin Fondo, Bahía San Julián and Río Negro. The project was commissioned by the minister Don José de Gálvez, and carried out by viceroy José de Vértiz between 1779-83. Diaries and maps of members of the Royal Navy are preserved, thus allowing us to update some erroneous data in force until then.

Keywords: siglo XVIII; cartography; Pampa; Patagonia; missionary Cardiel; Viedma deputy; Villarino pilot.

 

 

Resumo

Este estudo sobre o “Mapa Geográfico” do Cone Sul, elaborado por Custódio Sá de Faria, compara os mapas existentes do perfil interior e costeiro da Patagônia, principalmente nas décadas finais do século XVIII. Este exemplar foi enviado ao Marquês de Loreto em 1786 e pode ser consultado no Arquivo Geral das Índias juntamente com outros exemplares e diários de navegação. A análise de seu conteúdo vai de norte a sul: os fortes na fronteira do rio Salado, ao sul de Buenos Aires, os lugares fortificados dos Pampas, o patrimônio cartográfico da região chilena de Cuyo e as contribuições de missionários famosos que estiveram naqueles territórios, e suas notícias sobre a atividade naqueles anos. De especial interesse são as contribuições sobre as navegações costeiras espanholas realizadas no projeto de fundação de fortes e vilas na Bahía sin Fondo, Bahía San Julián e Río Negro. O projeto foi encomendado pelo ministro Don José de Gálvez e executado pelo vice-rei José de Vértiz entre 1779-83, do qual se conservam diários e mapas de membros da Marinha Real que nos permitem atualizar alguns dados errôneos que vigoravam até então.

Portavra-chave: siglo XVIII; cartografia; Pampa; Patagonia; comissário Viedma; piloto Villarino; Marinha Real Espanhola.

 

Introducción

Con el análisis de este mapa de Sá y Faria pretendemos dar a conocer los contenidos históricos, geográficos y topográficos de las Pampas y Patagonia argentinas en la fecha que se levantó, porque constituye un importante resumen cartográfico sobre la frontera sur del virreinato del Río de la Plata al final de la etapa del gobierno de virrey Juan José de Vértiz (1778-1784).

Estamos ante un momento importante de las reformas borbónicas para lograr a través del nombramiento de un supernumerario nombrado por la Corona, colonizar aquel litoral patagónico todavía poco conocido por los europeos con la finalidad de asegurar los derechos de España a su posesión, al ser considerados dentro de sus dominios desde el tratado de Tordesillas. El interés español se aviva con las noticias que llegaban desde Londres de la obra publicada del misionero Tomás Falkner en 1774 sobre sus entradas evangelizadoras en la Patagonia, y cómo acceder hasta Perú y Chile siguiendo los cursos de los ríos que desde los Andes desembocan en el litoral atlántico, dejando detalles en un mapa confeccionado por un cartógrafo inglés con buena acogida en Gran Bretaña. Ante el temor de la llegada de extranjeros a sus costas, sobre todo por la presencia inglesa en aquel litoral, como ya se advertía, Carlos III firmó la real orden de 23 de marzo de 1778, dando origen a un proyecto planificado por José Moñino (conde de Floridablanca) que delega en el ministro de Indias José de Gálvez. El 7 de mayo firma un decreto, con la finalidad de establecer población en la Bahía Sin Fondo y en San Julián, territorios del nuevo virreinato del Río de la Plata.

Tal misión estuvo encomendada al virrey Vértiz, dando origen a una abundante documentación escrita y cartográfica conservada mayormente en el Archivo General de Indias (sección Buenos Aires) en Sevilla (España). Las instrucciones del virrey sobre la idoneidad de los fuertes y poblaciones que debían fundar en el litoral patagónico requerían que entre los miembros de las expediciones debía llevar un oficial de marina hábil en los reconocimientos y un ingeniero capaz de levantar planos. Por tanto, aparte de los diarios, hoy se conservan planos de los lugares visitados en aquellos litorales, mayormente por miembros de la Real Armada. De algunos de estos planos quedan duplicados en los archivos del Ministerio de Defensa en Madrid, a los que se hará referencia en su momento.

Aunque aquel proyecto fue de corta duración duró cincos años, desde 1779 en la bahía de San Matías hasta el reconocimiento del curso del río Negro en 1783), ha sido objeto de numerosas investigaciones puestas de manifiesto en las publicaciones que podemos consultar sobre esta temática; además, contó desde muy temprano con las transcripciones documentales recogidas por el bibliófilo Pedro de Ángelis en 1836-37, en la Imprenta del Estado de la República argentina, reeditada en sucesivas ediciones más recientes.

De este rico caudal archivístico y bibliófilo, solo tendremos en cuenta los aspectos relacionados con los contenidos históricos que dejaron su impronta en el Mapa geográfico de Sá y Faria que revisamos. En los establecimientos patagónicos son de capital importancia las informaciones geográficas desconocidas o mal conocidas hasta entonces que nos ofrecen las navegaciones de esos años, lo que supondrá mejoras sobre el conocimiento de la Patagonia que se repiten en mapas posteriores, donde por primera vez salen a la luz accidentes costeros y del interior de la Patagonia apenas conocidos por los europeos.

  Este es el caso del ejemplar que se estudiamos, al ser levantado en esos años y mandado al virrey marqués de Loreto en 1786, con la finalidad de poder aclarar mejor los datos del informe presentado por Sá y Faria, su autor, sobre la idoneidad de los establecimientos fundados en aquellos litorales, y así poder dar respuesta certera a don Antonio Valdés, secretario de Estado y de Despacho de Indias. Pues reclamaba información sobre el interés que ofrecían los fuertes y poblaciones para asegurar el dominio español en aquellas deshabitadas tierras de la Patagonia.

El ejemplar se encuentra en el Archivo General de Indias (Sevilla), signatura MP-Buenos Aíres, 164 (Figura 1). Con el mismo contenido, aunque presenta menos detalles e informaciones, hay otro en el Archivo General de Simancas, reproducido en varias obras publicadas. Comprende de 32º a 53º Latitud Sur, por el norte desde el Río de la Plata hasta llegar por el sur al río Gallegos, cerca del cabo de las Vírgenes a la entrada del estrecho de Magallanes. Por tanto, sólo  comprende el sector oriental del Cono Sur desde la cadena andina al océano Atlántico, entre 300 y 325º longitud del meridiano de Tenerife. Su leyenda es la que se reproduce al pie:

 

Figura 1. Mapa Geográfico que comprende todos los modernos descubrimientos de la costa patagónica y sus puertos desde Buenos Aires hasta el Puerto del Rio Gallegos, junto al cabo Vírgenes. La porción descubierta del Río Negro y camino por la campaña desde Buenos Aires- El que mandó formar por las memorias y planos adquiridos el Exmo. Señor Marqués de Loreto, 1788, Virrey, gobernador y Capitán General de estas provincias del Río de la Plata[1]. (62x91cms).

 

Su autor fue el ingeniero portugués Custodio de Sá y Faria [Lisboa (Portugal), 1710 – Luján (Argentina) 1792][2], famoso por sus trabajos cartográficos sobre la frontera con Brasil, al formar parte de la tercera partida demarcadora del lado portugués que debía fijar sobre el terreno los contenidos del Tratado de Permuta de 1750 entre Brasil y España. En 1764 pasó a ser gobernador de Río Grande de São Pedro, región meridional brasileña que en ambas riberas a la entrada de la laguna de los Patos, había sido recuperado y retenido por los españoles desde 1763. En esta situación Sá y Faria contribuyó a la defensa de la isla de Santa Catalina, que sería ocupada en la famosa expedición enviada desde España en febrero de 1777 al mando de Pedro Ceballos, nombrado primer virrey del Río de la Plata. La actuación de Sá y Farias fue muy cuestionada, firmó la rendición de la isla de Santa Catalina, sin compartir la suerte de los oficiales luso-brasileños. Acusado por su papel en la rendición de las tropas portuguesas, ya sea en calidad de rehén o forma voluntaria, pasó al ejército español bajo la protección de Pedro de Ceballos, y permaneció al lado del virrey Juan José de Vértiz desde 1778, participando en los inminentes trabajos de la comisión demarcadora de límites en el tratado luso-hispano de 1777. Aunque colaboró con el virrey, sólo fue admitido por  Carlos III en su servicio tras obtener licencia de María I, reina de Portugal. Pasando a ser un brillante ingeniero, cartógrafo y geógrafo al servicio del rey de España, sin llegar a incorporarse al cuerpo de Ingenieros del Virreinato, pues su petición  fue rechazada por Carlos IV en 1791; murió al año siguiente, el 8 de enero de 1792[3].

Esta representación cartográfica sobre el sur de Buenos Aires y la Patagonia la realizó unos años antes de fallecer; debió tomar sus informaciones de fechas anteriores como se verá en este estudio. Lo manifiesta en su informe al marqués de Loreto, Buenos Aires 12 de agosto de 1786:

 

Finalmente presento el mapa geográfico que VE, fue servido mandarme ordenase de los terrenos descubiertos la qual forme por las noticias adquiridas y planos que se han elevado de los nuevos puertos descubiertos, por el que se conocerá la correspondencia que tienen unos con otros y la que tiene esta capital con ellos[4].

 

La frontera indígena al sur de Buenos Aires

El dominio español de la gobernación del Río de la Plata tras el descubrimiento y separación de la gobernación de Paraguay el 16 de diciembre de 1617, dejaba bajo control de Buenos Aires amplios territorios del sur: las Pampas, la Patagonia, la Tierra de Fuego e islas australes.  En esta jurisdicción seguía en la creación del Virreinato, el 1 de agosto de 1776, y de manera permanente, el 27 de octubre de 1776  por disposición del rey Carlos III a propuesta de su secretario de Indias José de Gálvez.

El mapa objeto de nuestro estudio, se extiende por el norte en la jurisdicción de Córdoba de Tucumán en el río Carcarañá, afluente del Paraná. La frontera con los indios  se situaba en el río Salado de la cuenca del Plata. Los intentos de avanzar hacia el sur fundando nuevas poblaciones se habían frustrado.  El autor separa las Pampas de la Patagonia, ambas permanecían casi sin ocupación efectiva por España. Tampoco se extendió la presencia española por el litoral atlántico, a pesar de las noticias que tenía desde el viaje de Magallanes: el puerto de Barragán al lado de Buenos Aires no se consolidó hasta 1727. Por tanto, ofrecían gran interés las rutas llevadas a cabo al interior; las más conocidas van anotadas en el mapa con letras mayúsculas, seguramente siguiendo informes o diarios, mientras deja amplios terrenos vacíos de información en las Pampas que cubre con leyendas incorporadas al mapa “terrero habitado por varias naciones de Indios Bárbaros” y en la Patagonia “Terreno habitado por varias naciones de indios bárbaros, ignorados de los Hespañoles”.

La Terre Magellanique está recogida por los cartógrafos franceses del siglo XVIII y mantiene los conos de montañas en los Andes; al más alto lo llama “cerro de la Imperial”, en las nacientes del río Negro.

Entonces la ciudad de Buenos Aíres se prolongaba por los pagos o estancias ganaderas de los españoles, que eran asaltadas con frecuencia por los indios del sur, tribus nómadas, algunas procedían de la cordillera de Chile. A donde acudían en busca de ganado caballar y yeguas salvajes -el principal sustento de aquellos nativos- que se fueron extendiendo por los territorios de la Pampa desde la fundación de Buenos Aires.

En época de lluvia se formaban lagunas encharcadas donde resultaba difícil el control de los indios, dando lugar a sucesivas expediciones de castigo desde 1734, una etapa de amplias invasiones de los indios pampas, aucas y serranos que saquearon las estancias ganaderas españolas, dando comienzo a la construcción de fuertes permanentes; desde 1752 se crean las milicias rurales de los Blandengues. La situación de intranquilidad fue en aumento a pesar de las sucesivas partidas punitivas sobre todo con la creación de Virreinato del Río de la Plata, encargando su primer virrey Pedro de Ceballos al maestre de campo que diese detalle de todo con la finalidad de poder avanzar las guardias y asegurar la frontera.

La solución del problema pasó a su sucesor el virrey Vértiz, quien le encargó a Francisco Betbezé de Ducós, comandante de artillería de la provincia, la realización de un prolijo examen de los parajes donde avanzar los nuevos fuertes. Visitó la zona para  poderlos instalar, e hizo un detallado diario con sus correspondientes planos, con la finalidad de llevar las defensas de Buenos Aires al sur río Salado, dejando memoria de todo ello el 12 de abril de 1779.  Igualmente dieron sus pareceres Juan José de Sanden, Nicolás de la Quintana y Pedro Nicolás Escribano. Debían adelantar la red de fortines: el fuerte Zajón se trasladaría a la laguna de Camarones o Laguna Larrasa, adelantando 20 leguas, Conchas a la laguna del Trigo 12 a 14 leguas, Luján a los manantiales del Casco, avanzando 25 leguas, Rojas a las lagunas adelanta 8 leguas.

El diario informativo que fue enviado detalla la guarnición que debía tener cada puesto y su coste, el tamaño de los fuertes, 80 leguas cuadradas, situando en medio de los fuertes fortines de 29 metros cuadrados, destaca los materiales que deben usar para su construcción, la artillería, pólvora, útiles, carretas, armamentos, etc. Los nuevos fuertes estarían en zona de lagunas que serían necesarias para abastecerlos, también detalla la existencia de leña. En el fuerte de Camarones dirá el diario que había una laguna permanente aun en tiempo de seca. Vértiz envió el informe al ministro Gálvez en carta de 8 de junio de 1779, hoy en Archivo General de Indias, acompañado con un mapa de sólo el sur de Buenos Aires en torno al río Salado (34 a 36º LS) donde están representados los antiguos fuertes y otros que propone crear en el futuro[5]. Del contenido de este plano debió extraer Sá y Faria información sobre esta parte del mapa.

Al sur de la línea de fortines dominaban las tribus indias (pampas, aucas, tehuelches, etc.) atravesado el territorio por el camino de carretas que acudían a cargar sal a las llamadas “Salinas” en expediciones organizadas por el Cabildo de Buenos Aires, partiendo de Luján. En el mapa están las “Salinas” y el camino “MM”.  Seguramente los   recorridos de las expediciones mandadas por Vértiz fueron variando: destacan las que partieron al mando del hacendado militar Manuel Pinazo, natural de la villa de Luján. En 1770 sale con una fuerza integrada por 166 blandengues y milicianos, desde la laguna de Pantaleón, camino “II”, rodeando por el norte las sierras de Cairu y Tandil hasta llegar al Pilar, cerca del litoral. Sá y Faria en su informe al virrey Vértiz de 1779, confirma que tuvo en sus manos el diario de Manuel Pinazo que pasó por las pampas de Buenos Aires hasta el río Colorado, y la atravesó, pasando después al río Negro o Sauce. Otra ruta que dibuja es la de Pablo Zizur, piloto de la Real Armada, que emprendió dos famosos viajes por las pampas. En 1781 va de Buenos Aires al puerto de Río Negro que debe corresponder al dibujado en el mapa, camino “LL”, y realiza otro viaje a Salinas Grandes en 1786 en el marco de la expedición de Manuel Pinazo bajo las órdenes del marqués de Loreto con la misión de fundar una población y dar noticias de aquellos parajes[6].

 

Figura 2. AGI, Plano que manifiesta la frontera de las Pampas de Buenos Aires, MP. Buenos  Aires, 120. 1779 (29x 15 cm). Remitido por el virrey de Buenos Aires Juan José de Vértiz, con expediente y carta número 169, de 8 de junio de 1779. BUENOS_AIRES,58.

 

Frontera de las Pampas

Al oeste, el mapa de Sá y Faria deja un amplio espacio vacío de información que podía estar habitado por diversas tribus indias, en frontera con la intendencia de Córdoba de Tucumán que llegaba hasta el río Quinto. Dibuja la ruta de correo de Buenos Aires a Santiago de Chile, 300 leguas de despoblado para alcanzar San Luis de la Punta y Mendoza, ciudades que se ubican en el mapa. En la frontera hay algunos fuertes, destaca el de las Tunas, sobre el río Quinto en el centro punta fuerte de Sauce desde mediados del siglo XVIII, en 1780 bajo el gobierno de Andrés Mestre en Córdoba de Tucumán, que se mantuvo con su sucesor por donde pasaba un camino que desde el fuerte de Melinqué llegaba al sur del río Salado, alcanzando el fuerte que el nuevo intendente fortificó antes de llegar a San Luis de Punta en las montañas, refugio de los indígenas. Sin embargo, no sitúa las nuevas defensas mandadas a colocar por Sobremonte (Loreto, San Rafael, etc.), y antes de terminar el siglo la población de la Carlota[7].

En el sector más occidental de la Pampa, Sá y Faria pudo revisar las informaciones de mapas anteriores, sobre todo de cartógrafos franceses, entre ellos los ejemplares sobre Paraguay-Chile o Sudamérica (en la Figura 3 del presente texto se ofrece uno sobre América del Sur de Guillaume De L`Isle.  que con escasas diferencias se repite en las primeras décadas del siglo XVIII); todavía esta zona era la región chilena de Cuyo (Chucuito), incorporada después al virreinato del Río de la Plata. El accidente geográfico más importante eran las lagunas de Guanacache alimentadas en el deshielo de los Andes, un ramal bajaba a Mendoza y desaguaba en un largo río que atravesando la Patagonia, hasta desembocar en el Mar del Norte (Atlántico), en la Bahía sin Fondo, Bahía de Matías (Baye San Mathias ou Baye Sans Fonds), debe corresponder al río Negro del que todavía se ignoraba su curso, pero sin aparecer otro río más septentrional (Colorado), aunque recoja “Baya Anegada” que luego se verá que desembocaba en el Atlántico.

 

Figura 3. Carte du Paraguai, du Chili, du detroit Magellan por Guillaume De L`Isle. 

BNE, GMG/4. Mapa 191 (1703).

 

Aunque Sá y Farias toma la toponimia francesa de estos lugares, ya dibuja los cursos de los ríos Colorado y Negro, por ser en la fecha conocidos gracias a las navegaciones realizadas por pilotos españoles. No obstante, todavía había gran desconcierto acerca de sus recorridos en la Patagonia, de ahí que sin cubrir esta parte de sus cursos de agua, dejando en su lugar las letras F y C.

Para completar el vacío de información emplea la leyenda “Terreno habitado por varias Naciones de indios barbaros”, como solía ser frecuente en los mapas franceses cuando carecían de datos verídicos. El asunto sin resolver se lo aclara en la carta del 25 de agosto de 1783 al marqués de Sobremonte[8], secretario del virrey Vértiz, precisando acerca del nacimiento de los ríos Negro y Colorado en el desaguadero de Mendoza de la laguna de Guanacache, desde el río Dimanante y Tunuyán que desaguan en el río del mismo nombre afluente del río Negro, letras A y C. Aclara las dificultades de poder entrar desde el Atlántico por tales ríos hasta los Andes debido a la falta de navegabilidad, ni se podría llegar hasta Valdivia como se temía[9].

 

Actividad misionera

Otro aspecto importante fueron los intentos de adoctrinar a los indios, labor encomendada a los jesuitas y gracias a las gestiones en la Corte del procurador general en la provincia del Paraguay, padre Diego Altamirano, se obtuvo licencia del gobernador de Buenos Aires. Aceptada la petición comienza la labor de los padres Manuel Querini y Matías Strobel.  El último reunió a los indios el 7 de mayo de 1740, fundando la primera reducción llamada la Purísima Concepción de los Pampas que estaba a unas 40 leguas de Buenos Aires, al sur de la desembocadura del Río de la Plata, en una llanura baja y húmeda, frecuentemente inundada Era conocida entonces como región de «Tuyu”, pampa inundada que se extendería pasado el río Salado, al sur del pago de la Magdalena, fuera de las estancias de españoles, prolongada en el Atlántico hasta el cabo de San Antonio

A las misiones se incorporó en 1744 el padre Thomás Falkner, destinado a fundar nuevas reducciones entre los indios serranos situados al sur, prestando asistencia a los jesuitas en su misión entre los puelches del este y los tehuelches que se encontraban en la zona del Cabo San Antonio. En región serrana próxima, y con la ayuda de los padres José Cardiel y Strobel, fundaron un asentamiento jesuítico para los indios, la reducción de Nuestra Señora del Pilar, todo ello en el paraje llamado Sierra y Laguna de los Padres. en la sierra del Volcán, en la banda que mira al sur (cerca de Mar del Plata).

Asimismo, con apoyo del gobernador del Río de la Plata, organizan la marcha de tres jesuitas a las costas patagónicas, como superior el padre José Matías Strobel que se encontraba en la misión de los Pampas, en compañía del padre Cardiel del colegio de Santa Fe, y jefe de la expedición el jesuita José Quiroga, navegan al sur en busca de asentamientos indígenas en los cuales se pudieran establecer pueblos para propagar la fe cristiana entre los nativos.  Desde diciembre de 1745 hasta abril del año siguiente, los tres sacerdotes partieron de Buenos Aires en el bergantín San Antonio que iba al mando del capitán Joaquín Olivares y Centeno, como piloto mayor Diego Thomas Andia y Varela, dejando diarios de sus experiencias, pero sin lograr sus objetivos, ni encontrar tierras adecuadas para establecer misiones, casi sin presencia de indígenas, aunque llegaron hasta el cabo Vírgenes. De aquellas navegaciones en el litoral patagónico queda memoria gráfica realizada por el padre Quiroga[10].

Tras la destacada expedición, el padre Cardiel, insatisfecho por la marcha de los acontecimientos, se incorporó a las misiones australes y, junto con el misionero Tomás Falkner, entró a la sierra del Volcán por tierra. A fines de agosto de 1746, elegido el lugar, fundaron la reducción de Nuestra Señora del Pilar del Volcán entre los indios serranos, en la banda que mira al sur (cerca de Mar del Plata). Ambos jesuitas en su labor evangelizadora avanzan y fundan una nueva reducción, a 10 leguas del Pilar en 1750 llamada Nuestra Señora de los Desamparados, aunque ambas misiones fueron de corta duración:  en 1751 abandonan la del Pilar retirándose sus misioneros a la reducción de los Pampas, hasta quedar todas abandonadas el 13 de febrero de 1753 (Martínez Martín, 1994, pp.145-168).

Interesa destacar que desde estas misiones se sucedieron las entradas hacia el interior. El padre Cardiel partió de la misión de Nuestra Sra. del Pilar para explorar las tierras de la desembocadura del río Sauce (Negro), salió el 11 de marzo de 1748, siendo informado el marqués de la Ensenada por el gobernador de Buenos Aires, José de Andonaegui, viajando próximo al litoral, alcanzó el arroyo de la Ascensión, al norte de la desembocadura del río Colorado, regresando finalmente a la misión[11]. Experiencias de la que dejó memoria escrita en una relación, acompañada de un mapa[12]. Mientras las vivencias del padre Falkner fueron redactadas más tarde, tras su exilio en Inglaterra, lo que le permitió ordenar y completar las experiencias vividas en América durante 40 años, ofreciendo detallada exposición sobre las poblaciones nativas que están localizadas en el mapa que mandó confeccionar en Londres.

En este estudio aportamos la mitad septentrional del mapa publicado en la obra de Thomás Falkner “A description of Patagonia and the adjoining part of South America” de 1774, (Figura 4), sólo con la finalidad de  aclarar los errores que aún ofrecían las redes hidrográficas que atravesaban la Patagonia, dibuja los cursos de los dos ríos antes destacados: Río Rojo  y Río Negro, ambos desaguaderos de Lakes de Guanachnage, hasta desembocar en el Atlántico en Port Anegada y Say Sans Fondo Puerto San Matías, respectivamente. No obstante, el mapa de Sá y Faria no recoge las misiones de los jesuitas, sólo está la ubicación de N. S. del Pilar, y pone al lado arruinado, pero dibuja el itinerario seguido por Cardiel “GG” próximo al litoral, según la leyenda explicativa del mismo. Seguramente ello le permite aportar la rica toponimia de ríos menores de esta parte de la costa, aunque no siempre está de acuerdo con las informaciones que da Tomás Falkner.

Figura 4. Fragmento de la parte superior del mapa que acompaña la obra de Tomás Falkner (1772).

BNE, BA/7774.

 

Los establecimientos costeros patagónicos

El contenido histórico mejor conocido del mapa que nos ocupa son los nuevos descubrimientos en las costas patagónicas llevados a cabo entre 1779-1782 que mandó realizar el segundo virrey del Río de la Plata, Juan José de Vértiz, sólo unos años antes de la fecha del mapa. Como se recodará, las noticias que llegaron a la Corte sobre la publicación en 1774 de la obra del misionero Tomás Falkner en la que ofrecía información sobre cómo alcanzar la costa pacífica desde aquel litoral, incidieron en la creación del virreinato del Río de la Plata. Surge la necesidad de fundar algunos establecimientos en las costas vacías de ocupación española sólo visitadas por audaces navegantes.

Entre 1767-69 se destaca la acción de miembros de la Armada española, como Manuel Pando y Francisco Gil Lemos, siempre con la finalidad de evitar asentamientos ingleses en la entrada del estrecho de Magallanes y la reocupación de las islas Malvinas. La Real Orden del 29 de diciembre de 1766 dirigida al gobernador Francisco de Paula Bucareli y Ursúa, le informaba del temor de la ocupación inglesa. En ese año fue creada la gobernación de las Malvinas, siendo Felipe Ruiz Puente su primer gobernador. Durante el mandato del gobernador Bucareli también procuró evitar la presencia inglesa en las islas, cuya expulsión fue lograda en 1770.

Con tales antecedentes, Carlos III de España elevó al ministro José de Gálvez un proyecto de colonización para fundar dos poblaciones y dos fuertes subordinados en la costa atlántica patagónica: una en la bahía Sin Fondo (lugar en donde se suponía que desembocaba el río Negro en la punta del golfo San Matías) y otra en la bahía San Julián. La propuesta final presentada al rey el 8 de mayo de 1778, fue refrendada con la Real Orden del 24 de marzo de ese año. Para tal fin, por Real Cédula del 14 de mayo de 1778, fue nombrado Juan de la Piedra comisario superintendente, debiendo comandar la expedición fundadora junto a Antonio de Viedma, quien iba en calidad de contador y tesorero. Por su parte, Francisco de Viedma fue nombrado comisario de la bahía San Julián y Francisco Igarzábal como contador y tesorero. De la primera dependería un fuerte en la desembocadura del río Colorado y de la segunda otro en la del río Deseado. Los establecimientos serían poblados por colonos procedentes de Galicia, Asturias y la región de León. El 8 de junio de1778 se dictó RC firmada por el ministro Gálvez, mediante otra del 14 de mayo del mismo año. Como se adelantó, el virrey Juan José de Vértíz jugará un rol importante en la puesta en marcha del proyecto.

Los comisarios parten de la Coruña: Juan de la Piedra y Francisco de Viedma en el paquebote correo de Buenos Aires, recibiendo instrucciones del virrey el 3 de noviembre de 1778; organizada la expedición parten luego con cinco embarcaciones desde Montevideo. A comienzos de 1779 alcanzan la península de Valdés; en nombre del rey de España Juan de la Piedra tomó posesión y en la zona norte del actual golfo San José funda el llamado fuerte San Joseph, también denominado de la Candelaria. Toda esta información fue anotada en su diario que concluyó el 28 de febrero, con todo lo sucedido hasta entonces. Pero por desavenencias entre los expedicionarios, la falta de caballos, bueyes, mulas y agua dulce, así como la mala calidad de los víveres, hizo que la gente enfermara. Francisco de Viedma refiere que faltó constancia para esperar los socorros del Río de la Plata o del río Negro que a poco fue descubierto. Juan de la Piedra abandona la fundación regresando a Montevideo, dejando una guarnición en el fuerte.

El diario de navegación que daba o cuenta del descubrimiento del puerto de San José y dos planos de la bahía Sin Fondo y puerto San José fue remitido el 2 de marzo de 1779.[13] Quedaba al mando Francisco de Viedma quien, en carta a Vértiz desde la Zumaca San Antonio de Oliveira en el río Negro fechada en 4 de junio de 1779, decía que había dejado a su hermano Antonio en San Joseph y embarcado en una lancha al piloto Basilio Villarino, comisionado para el reconocimiento y sondeo de la barra. En un encuentro con los indios tehuelches y pampas, recibe noticias geográficas del río Colorado que, según Francisco Viedma, era de poca agua y dudaba de su entrada por el mar. También afirmó que había salinas y un camino abierto para carretas desde Buenos Aires o Mendoza. En el marco de estos reconocimientos, en la desembocadura del río Negro funda un fuerte y población que denomina Nuestra Señora del Carmen, por haberla erigido patrona. Villarino, salió del fuerte el 25 de mayo acompañado de un indio y una china, llevando cada uno sus caballos. Pero como tuvieron que volverse, solo supieron la distancia al puerto de San Antonio descubierto por el piloto Goicoechea como unas catorce leguas de esta población, sin haber podido descubrir agua en aquel sitio.

Ante la incertidumbre de la idoneidad del fuerte de San Joseph, el virrey Vértiz consulta a Pedro Cárdenas que participó en su exploración y a Custodio Sá y Faria, para que dieran su dictamen sobre si el puerto descubierto era la bahía sin Fondo y sus ventajas para el comercio, de acuerdo a las reales órdenes. Cárdenas en carta de 25 de marzo de 1779, entre otras informaciones dice “la bahía o seno de mar que proporciona el plano presentado por Juan de la Piedra, no es exacto con noticias solo de los naturales, sin reconocimiento escrupuloso que debía de haberse hecho de todo el seno”[14].

Sá y Farias informaba el 25 de marzo de 1779 que no se debe abandonar el puerto de San José, porque desde allí se puede salir a examinar otros ríos y terrenos intermedios. Tampoco se debía despreciar dicho puerto por si las desembocaduras de los ríos antes nombrados no permitían entradas de embarcaciones mayores. Destacó la importancia que podría tener en el futuro el puerto de San Antonio, al tiempo que tenía presente las informaciones del padre Cardiel en el diario del viaje realizado por la costa desde la misión del Pilar. Tras confirmar las latitudes de los dos ríos que desaguan en la bahía señalados en dicho plano y diario, determinó que los nombres de los ríos estaban trocados, pues el que quedaba en la parte del norte era el Colorado, mientras que el ubicado al sur era el Negro, esto es el Sauce.

 

y todos los mapas antiguos y modernos, de esta suerte lo colocan. Y últimamente se confirma por el diario de la expedición, que V. E. mando contra los indios Teguelches, mandada por D. Manuel Pinazo en 1770 que pasó por la Pampa de Buenos Aires hasta el río Colorado, que atravesó, y asegura que el río Sauce ó Negro queda mas al sud del antecedente[15].

 

Frente a las circunstancias acaecidas con Juan de la Piedra, el virrey cambió los destinos de los superintendentes: Francisco de Viedma pasó a la bahía sin Fondo, donde por una inundación el fuerte fundado en la desembocadura del rio Negro fue trasladado a un lugar más idóneo. De la Piedra quedó nombrado para la bahía San Julián y Antonio de Viedma ejercería sus funciones. Los cambios fueron aprobados por el rey el 12 de marzo de 1779.  En el Fuerte San José quedó Antonio Viedma quien, luego de pasar los primeros meses en condiciones durísimas por el clima, la calidad del agua y el malestar de la tropa, dejó en setiembre el fuerte en manos del teniente Pedro Andrés García con diez soldados (un cabo, dos soldados, el panadero y cuatro presidiarios) que permanecieron por decisión propia, sin querer abandonarlo, aun cuando el escorbuto diezmaba la población.

Bajo las órdenes de Francisco Viedma, el piloto Basilio Villarino siguió realizando importantes descubrimientos geográficos. Dejó así memoria de la costa de la bahía de San Matías al fuerte de San Joseph en un plano levantado entre enero y julio de 1779. Dicha experiencia se repitió y amplió en 1780, 1781 y 1785. Entre enero de 1779 y julio de 1780, Villarino recorrió la bahía de Todos los Santos y el litoral atlántico, entre las desembocaduras de los ríos Negro y Colorado. Entró en este último río, pero la falta de víveres hizo que tuviera que abandonar la expedición, aunque con la intención de volver a completar su navegación. Con tales experiencias dibujó un plano donde se señalan los puertos de San Joseph, Nuevo, San Antonio, así como los ríos Negro y Colorado (Figura 5A), bajo la leyenda

 

Demostración geográfica de la costa Oriental comprendida entre 39º y 43º lat. Sur, y entre 310º 42´ y 315º 26´ de longitud de Tenerife por Basilio Villarino, levantado desde enero de 1779 hasta julio 1780, bajo las órdenes de Francisco Viedma. AGI, M-P, Buenos Aires, 135 (62 x 43 cms).[16]

 

Figura 5A. AGI, M-P, Buenos Aires 135.Mapa de Villarino (1780) y 5B. AGI, M-P. Buenos Aires 164. Fragmento del mapa de Sá y Farias.

 

Como se observa en la (Figura 5B), el cartógrafo Sá y Faria representó esta parte del litoral según el diseño costero e informaciones del anterior plano levantado por Villarino (Figura 5A). Al respecto, se puede observar la península de Valdés, el puerto Nuevo al sur, el puerto de San Antonio, la costa hasta el río Negro, Bahía de Todos los Santos, islas del Buen Suceso y desembocadura del río Colorado. También repitió los itinerarios atribuidos a Villarino como “NN” punteado en este ejemplar. Copió el lugar de las tolderías de los caciques Chanel y Chulilaquini en las cercanías del río Colorado, las lagunas de agua dulce y salada; asimismo reprodujo el perfil costero e islas del Buen Suceso. Más tarde debió añadir el sondaje del litoral. Fijó cerca de la desembocadura el establecimiento del río Negro, aún no como Fuerte de Carmen de Patagones. También pudo completar el mapa con informaciones de varios planos levantados por otros pilotos.

 

Nuevos establecimientos en la Bahía de San Julián

Al ser cesado el Superintendente Juan de la Piedra de su cargo, el 8 de agosto de 1779 fue nombrado Andrés de Viedma de prestigiosa familia de Jaén. Sin embargo, sus problemas de salud hicieron que el virrey lo reemplazara por su hermano Antonio para realizar las exploraciones de la bahía de San Matías. En tales circunstancias como Superintendente interino, Antonio de Viedma exploró y tomó posesión de la Bahía de San Julián. Según instrucciones recibidas por Juan de la Piedra, debía reconocer el litoral atlántico patagónico desde el golfo de San Jorge hasta el cabo de las Vírgenes. En carta a Gálvez fechada el 7 de enero de 1780 en San Julián, Viedma le comunicó al ministro que había partido de Montevideo el 3 de enero de 1780, con tres bajeles del rey y un grupo de 74 personas.

El mapa que analizamos deja un vacío de información geográfica entre la península de Valdés y el puerto de Santa Elena (actual provincia de Chubut) quizás según anteriores ejemplares de la zona; Sá y Farias escribe en el mapa que revisamos “esta costa no está descubierta”. El diario de Antonio Viedma pormenoriza las exploraciones realizadas en los litorales del sur: las fuentes de agua encontradas, islas cercanas o los contactos con los indígenas que vieron hasta el 18 de mayo. Asimismo, reproduce los nombres de los lugares navegados que se conocían al menos desde la segunda mitad del siglo XVII, como sucede en la cartografía francesa de esta parte de la América Meridional, en la llamada “Terre Maguellanique”.

En relación con la expedición de Antonio Viedma, fue inspeccionado el puerto de Santa Elena (44º 33´LS), la Bahía de Camarones y luego la de San Gregorio. Se navegó el golfo de San Jorge y se estableció un campamento en Puerto Deseado. Desde allí se determinó que el lugar más idóneo para un establecimiento sería la bahía de San Julián (49º 21´LS). Entre febrero y mayo de 1780, se levantaron los planos de los lugares mencionados, los que actualmente se conservan en el Archivo General de Indias (Sevilla)[17], de los que tomó posesión en nombre del rey de España, que mandó al virrey Vértiz en el paquebote San Sebastián desde puerto Deseado en la costa patagónica junto al diario de su navegación. Asimismo, envía carta del reconocimiento de la bahía de San Julián, Puerto de Santa Elena y continuó navegando hasta el 5 de marzo, con el dictamen del puerto de San Gregorio, el 3 de abril con el puerto de San Julián, el 2 de mayo con Puerto Deseado, del que dirá bueno como se verá en el plano levantado por los pilotos”, sigue hasta 31 de mayo.

Viedma quedó en puerto Deseado esperando instrucciones del virrey sobre la conveniencia de fundar en la bahía de San Julián, así como el lugar idóneo para ello, cerca de los pozos de agua. Las fuentes de información que debió tener Sá y Faria para confeccionar esta parte del mapa debieron ser los planos fechados en 1780, sobre todo sondeado por el paquebote San Sebastián con el piloto Bernardo Tafor. No obstante, redujo notablemente la toponimia y otros datos de los reconocimientos como la sondas y rutas llevadas a cabo, como pone de manifiesto este fragmento del golfo de San Jorge (Figura 6A).

 

 

 

Figura 6A. Fragmento del plano de la parte septentrional del Golfo de San Jorge (1780), el sondeo de Bernardo Tafor, AGI, M-P. Buenos Aires 132.

 

 

Figura 6B. AGI, M-P. Buenos Aires, 164. Fragmento del plano golfo San Jorge del mapa Sá y Faria.

 

Mientras tanto, en la espera de contestación y ya finalizado el invierno austral, Viedma dejó el asentamiento costero para establecerse en el campamento en la isla Pingüe de Puerto Deseado. Tras llegar los pliegos del virrey con la misión de crear un fuerte y población en la bahía San Julián, se trasladó a esa dirección, dando comienzo a las construcciones de madera a principios de enero de 1781. El 28 de ese mes se firma el acta de fundación del establecimiento que se denominó Nueva Colonia y Fuerte de Floridablanca en honor de José Moñino (conde de Floridablanca, ministro de Estado) remitiendo al virrey el plano del fuerte el 28 de enero de 1781[18]. Estuvo situado a siete cuartos de legua distante de la punta del muelle al NE, precediendo el acto de posesión “en nombre de Carlos III que felizmente reina en Castilla”. En carta al ministro Gálvez, le refiere que había reconocido el sitio para población y abrigo de familias, empezado a sembrar trigo y cebada, al tiempo que se concluía la capilla Oratorio de Nuestra Señora del Rosario. En mayo comenzaron a construir el horno y la herrería, todo de adobe revestido de madera. Cabe señalar que el fuerte de Floridablanca no está registrado en el mapa de Sá y Faria que se analiza en el presente trabajo, porque el mapa es de 1786 y el fuerte había sido abandonado a principios de 1784.

En busca de árboles para la madera que se necesitaba para la construcción del fuerte, Viedma decide organizar una expedición hacia un paraje donde los indios aseguraban que había al oeste. El virrey había previsto en sus instrucciones que cuando no se hallaran las debidas proporciones para el establecimiento del fuerte de San Julián, procurara verificarlo en el río de Santa Cruz o en el cabo Gallegos, “siempre con el objeto de acercarse al estrecho de Magallanes, como SM desea”. El 8 de noviembre inician el viaje, que terminan el 3 de diciembre acompañados de indígenas. A cuatro leguas, el día 16 encuentran el río Chico que desagua en el puerto o bahía de Santa Cruz; al día siguiente pasan al río Chalia, que vadearon, llegando a un hermoso lago[19] que costearon. También cruzaron doce arroyos tributarios del mismo y llegaron a su cabecera de NO. Como no encontraron los grandes árboles que esperaban, regresaron al poblado de Floridablanca. De estas experiencias queda memoria en el mapa que revisamos (Figura 7), véase el itinerario OO de Antonio Viedma desde el asentamiento de San Julián atravesando los ríos Chico y Chalia, alcanzado una gran laguna sin nombre a donde llegan varios pequeños ríos, en la proximidad de las montañas de los Andes.

 

Figura 7. AGI, M-P, Buenos Aires ,164. Fragmento del mapa, entre Puerto Deseado y Río Gallegos (actual provincia de Santa Cruz).

 

Navegación del Río Negro

Dejamos esta parte del mapa para el final, porque debió ser dibujada tras la exploración realizada por Basilio Villarino entre setiembre de 1782 y mayo de 1783[20]. Siempre en busca de explicaciones históricas del mapa que revisamos, el curso del río Negro está representado desde su desembocadura en el Atlántico hasta entrar en la cordillera de los Andes. Toda esta parte de su recorrido está copiada del ejemplar presentado por Villarino, tras regresar de su reconocimiento[21]. (véase Figura 8A).

 

Figura 8A. Fragmento del plano de Río Negro levantado de orden de don Francisco Viedma Comisario y Superintendente de estos Establecimientos, por Basilio Villarino. Segundo Piloto de la Real Armada, en el reconocimiento que hizo de dicho Rio, desde su desagüe en el Océano hasta la cordillera inmediata a Valdivia, haviendo regresado a el Establecimiento a los ocho meses de su viaje (83x 154 cms),[22] s/f. AHM, ARG.3/1.

 

Basilio Villarino comentó en el mismo mapa acerca de las redes hidrográficas que el paso de la isla de Choele-Choel estaba a unos 320 km de la desembocadura del río Negro y que hasta allí acudían los indios para alcanzar Buenos Aires. Antes de llegar al lugar, dibuja un camino usado por estos desde el río Colorado que acaba en el río Valchita, escribiendo una leyenda sobre ello según las relaciones que conoce de los indios.

Figura 8B. AGI. M-P Buenos Aires 164. Fragmento del mapa de Sá y Faria.

 

Esta parte del río igualmente está en el mapa que analizamos, con una leyenda incorporada al mismo que dice: “camino de valchitas, tehuelches, whiliches y otras naciones al Colorado, sierra del Volcán y Pampas de Buenos Aires y paso preciso por el Choele-Choel”. Véanse los estudios de Gorla, citados en la bibliografía

Sin embargo, no señala el lugar donde se ubicaba la fortaleza de Villarino, ni se detiene en dar explicaciones sobre el afluente del río Diamante, sin dibujar su curso al norte, en nuestro mapa con la letra “D”. Al respecto, Sá y Faria manifestaba dudas sobre estos ríos al marqués de Sobremonte, intendente de Córdoba de Tucumán, en carta del 25 de octubre de 1783[23], razón por la cual deja un vacío de información en el mapa. Se podría decir que utiliza la toponimia del piloto al entrar en las estribaciones de los Andes, divisa el Cerro Imperial, en una complicada hidrografía que pasa por la tierra de los manzanos silvestres por el río Catapuliche. Luego desciende buscando alcanzar Valdivia por el río Concepción y acaba la aventura en Tucumelel, lugar que no recoge el mapa que analizamos, observándose diferencias entre ambos en esta parte del río.

 

Epilogo

Revisando los datos contenidos en el mapa de 1786 según la cartografía existente con anterioridad sobre la Patagonia, el análisis realizado resulta incompleto, porque fueron numerosos los ejemplares levantados a lo largo del siglo XVIII en los litorales patagónicos por varias expediciones que alcanzaron aquellas costas; por tanto, imposible revisarlos en solo estas páginas. Como vemos, el estudio del mapa de Sá y Faria ocupa un lugar importante en la política virreinal realizada por España para repoblar aquel territorio vacío de ocupación, entre 1779 y 1783, ante el temor de la presencia extranjera en sus costas, manteniendo la investigación en un diálogo con sus fuentes cartográficas e informes  ofrecidos hasta entonces.

En definitiva, estamos ante un valioso documento gráfico de los conocimientos geográficos logrados en sólo unos años, pues no hay adelantos en los mapas revisados de cartógrafos franceses de entonces, mientras se pone de manifiesto la trascendencia de las expediciones mandadas por la Corona, constituyendo una representación fidedigna de esta parte de América en la fecha que lo terminó. Su autor también contribuyó como asesor del virrey, con fácil acceso a las fuentes primarias, manteniéndose cerca de aquellos acontecimientos. Sin entrar en la cuestión fronteriza no resuelta hasta la independencia que han trabajado diversos autores, debemos preguntarnos si, como se ha visto, las aportaciones recogidas en este mapa son herencia de las experiencias de sólo unos años y si se mantuvieron en la posterior cartografía de esta parte de América. Convendría conocer la trascendencia de este mapa en la cartografía levantada en otros países europeos que visitaron estas costas.

No debemos olvidar que aquellas aventuradas experiencias en lugares geográficos desconocidos no tuvieron éxito en el plano político. La Corona dejó en suspenso los resultados, siendo destruidos la mayoría de los fuertes en sólo unos años; hoy constituyen un recuerdo conocido por los investigadores, sobre todo gracias a la documentación existente en el Archivo de Indias (Sevilla), que nos resume y sistematiza el cartógrafo Sá y Faria, un experto en estas tareas.

La pregunta es ¿por qué tuvieron tan corta vida? La explicación entra dentro de la política del momento, cuando el principal protagonista el virrey Vértiz manda al ministro Gálvez una carta-informe fechada en Montevideo 22 de febrero de 1783. En ella alude a lo gravoso que era para el real erario su mantenimiento, en momentos de guerra con Inglaterra y de la insurrección de Túpac Amaru en Perú. El paso siguiente fue la real orden de Carlos III del 1 de agosto de 1783, mandando que fueran destruidos los puertos de San Julián, dejando una columna o pilastra que contuviese las reales armas y acreditara sus pertenencias a SMC. Estos debían ser reconocidos todos los años al mismo tiempo que puerto Egmont en las islas Malvinas. También fue abandonado el puerto de la bahía de San José en la bahía Sin Fondo dejando la misma señal (De Ángelis, 1837, pp. 122-127). Sólo subsistiría el establecimiento de Río Negro, por lo mucho que en él se había gastado, más cerca de Buenos Aires. Desde allí se podían conducir porciones de sal y servir de algún fomento su comercio, nombrando un comandante militar en la plaza.

El 29 de enero de 1784 se consumó el desmantelamiento de Floridablanca en la Bahía de San Julián y se prendió fuego al fuerte de madera, hospital, panadería, herrería, atahona, casas de pobladores incluyendo en el incendio de ellas todo lo que era de poca utilidad. El proyecto colonizador de Antonio de Viedma tocaba a su fin apenas cuatro años después de haberse iniciado. De nada sirvió el interés del ministro José de Gálvez, que, por esas mismas fechas (8 de febrero de 1784), escribía al nuevo virrey marqués de Loreto para que reconsiderara la continuidad y utilidad de aquellos establecimientos en atención a su enclave estratégico ante la amenaza extranjera en la zona.

Tras jurar su cargo, el nuevo virrey en fecha de 4 de marzo de 1783 recibió una contraorden con instrucciones del ministro Gálvez, quien le solicitó que examinara la decisión de abandonar los establecimientos patagónicos, cuando ya habían sido desmantelados la mayoría, aunque dio tiempo de suspender las provisiones tomadas para el puerto de San José. En respuesta del 3 de junio de 1784, Loreto le informaba que habían sido ya abandonados y quemados, pidiendo informe a varios sujetos que había intervenido en la fundación de los fuertes. Destaca la larga memoria mandada por Francisco de Viedma, en mayo de 1784, por haber sido comisario superintendente del establecimiento de Río Negro. En ella opina sobre los obstáculos que había encontrado y las ventajas que prometían los establecimientos proyectados en la costa patagónica. Otros informes son los de José de Salazar, Antonio Viedma y Custodio Sá y Faria, todos partidarios de que subsistieran los fuertes que se habían establecido.

Un asunto que aquejaba al nuevo virrey era la destrucción del puerto de San José, pues el 13 de marzo-1785 José de Salazar, que había estado 17 meses en aquel lugar, le envió su parecer acerca de la bondad del puerto, destacando especialmente la gran cantidad de ballenas, abundancia de pescados y mariscos, lobos marinos y que con muy poco trabajo se podían cargar tres o cuatro navíos de aceite, liebres, guanacos y leones. El puerto de San Joseph era el más apropósito para una armazón de ballenas, muy útil para extracción de la sal. Igualmente, Antonio Viedma era partidario de que subsistiera el establecimiento de San José. En este caso, para la pesca debía haber un armazón en este río de la Plata en Maldonado, tratando también sobre los puntos de la salazón de carne y el arreglo de los campos de la banda de Montevideo. Argumenta a su favor la facilidad de alcanzar el establecimiento del río Negro. Más completo es el informe que da Sá y Faria en la consulta que le hace el virrey, al que contesta el 2 de setiembre de 1786. Igualmente dictamina acerca del puerto de San Joseph apoyando al de José de Salazar: como aquel pide instalar un establecimiento de pesquería de la ballena, formándose una fábrica en lugar a propósito. El 1 de marzo de 1788, el virrey Loreto remite un informe al ministro Antonio Valdés, secretario de Estado y Despacho de Indias, a favor de la pesquería en el litoral patagónico, defendiendo el puerto de San José para tales tareas. Este siguió en pie, como también el fuerte de Carmen de Patagones en el Río Negro[24].

 

 

Referencias bibliográficas

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Notas



[1] Recogido por (Torres Lanzas, 1988, p. 115). Un ejemplar análogo (Torre Revello, 1938. mapa XXXVIII), en colores y en blanco y negro, de mayor tamaño, con algunas diferencias en las leyendas y sin la explicación de pie de mapa. Se puede consultar en internet, aunque está manipulado en las informaciones pues aparece como mapa de Nicolás de Campo (marqués de Loreto), se encuentra entre las pruebas presentadas de las investigaciones de fronteras entre Chile y Argentina.

[2] El carecer de su firma y autoría, este mapa no aparece citado entre las obras de Sá y Faria por Guillermo Furlong S.J. (1948). Véase el estudio del jesuita en la bibliografía adjunta.

[4] Entre otras publicaciones en De Ángelis 1837, tomo V, pp. 88-94.

[5]AGI, Buenos Aires 58. M-P 120 (Torres Lanzas, 1988, p. 87). Véanse las propuestas y cambios realizados por Vértiz en la frontera de Buenos Aires (Marfany, 1940, p.311).

[6] El cartógrafo Sá y Farias recoge dos itinerarios de los pilotos enviados por Vértiz y, así como el de Pablo Zizur (Cisur).

[7] En AGI, MP-Buenos Aires, 171 (Torres Lanzas, op. cit.). Se conserva el plano de la villa de La Carlota remitido por el comandante de la frontera al gobernador de Córdoba de Tucumán, marqués de Sobremonte, fechado en 1789, por tanto, después de ser levantado este mapa.

[8] Carta de José Varela al virrey (21 de octubre de 1783), y carta de José Custodio Sá y Faria al marqués de Sobremonte de ese mismo día (Ángelis-Carretero, Tomo VIII B, 1972, pp. 1146-1150), En ambas cartas se pronuncian sobre la navegabilidad del río Negro y otras dificultades para alcanzar Valdivia y critican la configuración de la red hidrográfica que presupone Villarino alcanza la población de Mendoza.

[9] Informes de José Custodio Sá y Faria (De Ángelis, 1837, tomo V, “Viages y Expediciones”, pp. 83-94). Primer informe al virrey Vértiz, Montevideo 25-marzo-1779. Segundo informe a marqués de Loreto, Buenos Aires 12 de agosto-1786.

[10] La documentación conservada sobre esta expedición y la bibliografía del viaje puede consultarse en Maeso Buenasmañanas (2005, pp.178-189) y en Martínez Martín (1991).  

[11] Recogido del padre Pedro Lozano. [1745] 1972. Diario de un viaje a la costa de la Mar Magallánica en 1745 desde Buenos Aires hasta el Estrecho de Magallanes formado sobre las observaciones de los Padres Cardiel y Quiroga (Ängelis, Tomo III, pp. 587.633).

[12] Regresó Cardiel cuando se encontraba a 150 al sur del río Colorado, ya que los indios que le acompañaban decidieron dar la vuelta.

[13]AGI, Buenos Aires 331, recoge los diarios, planos y demás informaciones de Juan de la Piedra de 1779. Los mapas 122 y 123 fueron enviados (Torres Lanzas, 1988, pp. 92.93), ambos de pequeño formato 40 X 30 y 51,5 X 40, 5 cm. Queda constancia de los diarios de las exploraciones fechados 2, 14 y 15 de marzo de 1779.

[14] AGI, Buenos Aires 99, copia del informe al virrey Vértiz.

[15] El dictamen a Vértiz se encuentra en AGI, Buenos Aires 331 (De Ángelis, tomo V, 1837, p.84).

[16]  Véase Torres Lanzas (1988, tomo I, p.101, mapa 135). Otros ejemplares en las cartotecas de Madrid.

[17] Ibidem, pp. 95-98. Mapas de Puerto Deseado (130), Puerto de San Gregorio (131), Golfo de San Jorge (132), Puerto de San Julián (133), Puerto de Santa Elena y Cala de San Sevastián (134), todos de pequeño formato.

[18]AGI, MP- Buenos Aires 138 (Torres Lanzas, 1988, p. 103).

[19] Un total de 1700 km2, 85 km de largo, de NO a SE y 20 de ancho. Actual lago Viedma en honor a su descubridor (Maeso Buenasmañanas, 2005, p. 263).

[20] Diario del piloto de la Real Armada D. Basilio Villarino del reconocimiento que hizo del Río Negro en la costa oriental de la Patagonia, el año de 1782 (Ángelis-Carretero, Tomo VIII-B, pp. 969-1138).

[21] Comprende entre 37º 15’ y 43º LS. Un ejemplar se encuentra en el Archivo General Militar de Madrid, ARG.3/1. Cartografía y relaciones Históricas de Ultramar, 1992, Tomo VII, nº 36. En el volumen descriptivo recoge el texto de la leyenda, pp. 82-83.

[22] Ibidem. En la amplia leyenda explicativa del plano de Villarino da noticias sobre estos cursos de agua, entre otras informaciones destaca su navegabilidad en tiempos de crecidas, entradas de los indios en aquellas tierras o la calidad del terreno en sus orillas. No sitúa la ciudad de Mendoza por no tener certeza.

[23] Véase Ángelis-Carretero, tomo VIII-B, 25 de octubre de 1783, pp. 1147-1150.

[24]A la llegada del nuevo virrey Nicolás de Arredondo en 1789, preocupada la Corona por la explotación de los mares, funda la Real Compañía Marítima con asiento en el puerto de San José (la Real Compañía se crea en Puerto Deseado, no en el Golfo San José ni como parte del fuerte homónimo), y pese a las críticas por su ubicación, subsistió hasta su destrucción por los indios el 7 de agosto de 1810 (como la redacción no es clara, no debe quedar lugar a dudas que el Fuerte San José persistió a pesar de la orden de abandono de 1783 y fue el asentamiento destruido por un ataque indígena).

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