INTRODUCCION

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El teniente general Nicolás Levalle y su rol como Comandante en Jefe de la Frontera Sud de Buenos Aires, de María Cecilia Panizza y Camila Oliva,

 Revista TEFROS, Vol. 19, N° 2, artículos originales, julio-diciembre 2021: 149-174. En línea: julio de 2021. ISSN 1669-726X

 

 

Cita recomendada: Panizza, M. C. y C. Oliva, El teniente general Nicolás Levalle y su rol como Comandante en Jefe de la Frontera Sud de Buenos Aires,

Revista TEFROS, Vol. 19, N° 2, artículos originales, julio-diciembre 2021: 149-174.

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El teniente general Nicolás Levalle y su rol como Comandante en Jefe de la Frontera Sud de Buenos Aires

 

Lieutenant General Nicolás Levalle and his role as Commander-in-Chief of the South Border of Buenos Aires

 

O tenente general Nicolás Levalle e seu papel como comandante-em-chefe da Fronteira Sul de Buenos Aires

 

María Cecilia Panizza

Consejo Nacional de Investigaciones Científicas y Técnicas.

Centro de Estudios Arqueológicos Regionales, Facultad de Humanidades y Artes,

Universidad Nacional de Rosario.

Laboratorio de Análisis Cerámico, Facultad de Ciencias Naturales y Museo,

Universidad Nacional de La Plata, Argentina.

 

Camila Oliva

Laboratorio de Análisis Cerámico, Facultad de Ciencias Naturales y Museo,

Universidad Nacional de La Plata.

Centro de Estudios Arqueológicos Regionales, Facultad de Humanidades y Artes,

Universidad Nacional de Rosario, Argentina.

 

Fecha de presentación: 2 de agosto de 2020

Fecha de aceptación: 28 de junio de 2021

 

RESUMEN

En este trabajo se aborda la figura del teniente general Nicolás Levalle, militar de carrera y de actuación prolongada al servicio del incipiente Estado Nacional. Específicamente, se destaca la actividad desarrollada como Comandante en Jefe de la Frontera Sud de Buenos Aires, en el marco de la cual funda la población de Carhué, en el área de las lagunas encadenadas del oeste bonaerense, territorio clave para los grupos indígenas. El origen de la localidad como asentamiento fortificado de frontera es un componente fundamental de la identidad comunitaria, como sucede con otras poblaciones de la región (i.e. Guaminí, Puan). Las representaciones vinculadas a su vida y muerte permiten vislumbrar un momento histórico particular y contextualizar los procesos socio-culturales correspondientes a la sociedad de la época.

Palabras clave: frontera; militar; campaña al desierto.

 

ABSTRACT

This paper deals with the figure of Lieutenant General Nicolás Levalle, his military career and performance at the service of the incipient State. It specifically highlights his activity as the Commander in Chief of the South border of Buenos Aires, frame for the founding of Carhué, in the area of the chained lagoons to the West of Buenos Aires, key territory for indigenous groups. The origin of the town as a borderline fortified settlement is a fundamental component of the community identity, as with other populations in the region, like Guaminí or Puan. Representations relating to Levalle’s life and death allow a glimpse of a particular historical time and contextualize the socio-cultural processes corresponding to the society of the time.

Keywords: border; military; desert campaign.

 

RESUMO

Este artigo aborda a figura do tenente-general Nicolás Levalle, um militar de carreira e de atuação prolongada a serviço do Estado Nacional incipiente. É destacada, especificamente, a atividade exercida como Comandante Chefe da Fronteira Sul de Buenos Aires, quando fundou o povoado de Carhué, na área das lagoas encadeadas do oeste de Buenos Aires, território essencial para os grupos indígenas. A origem da localidade como um assentamento de fronteira fortificado é um componente fundamental da identidade da comunidade, como é o caso de outras populações da região (como Guaminí e Puan). As representações ligadas à sua vida e morte nos permitem vislumbrar um momento histórico particular e contextualizar os processos socioculturais correspondentes à sociedade da época.

Palavras-chave: fronteira; militares; campanha ao deserto.

 

INTRODUCCIÓN

En este trabajo se aborda la figura del teniente general Nicolás Levalle, un militar que participó de numerosas contiendas producidas en nuestro país durante la segunda mitad del siglo XIX, donde ganó fama de soldado valeroso, patriota y caballero. Llegó a ser ministro de Guerra y Marina en tres períodos: en 1887, en 1890-1892 y en 1897-1898. A través de su trayectoria pueden vislumbrarse los avatares de una época signada por las luchas tanto internas como externas y el surgimiento del Estado-Nación argentino.

En esta oportunidad, se analiza su figura a causa de su importancia en el contexto del avance de la frontera y su papel en la fundación de la localidad de Carhué de la provincia de Buenos Aires. Debe recordarse que el área donde se ubica la localidad mencionada estuvo fuertemente afectada por el proceso histórico conocido como “La Campaña del Desierto” en las postrimerías del siglo XIX, cuyo fin era la erradicación de las sociedades indígenas del territorio para su ocupación por parte del gobierno nacional. Posteriormente se implementaron políticas desde el Estado para lograr la expansión y control territorial sobre los recursos naturales y la explotación de los mismos mediante la instalación de colonias de inmigrantes de ascendencia europea. De esta manera, se desarrolló un proceso de transformación de la composición étnica poblacional que dio origen a las localidades actuales (Oliva y Panizza, 2016).

 

MARCO METODOLÓGICO

A lo largo del tiempo, todas las sociedades han producido un conjunto de imaginarios que mantienen la cohesión grupal, entre los cuales destaca el de las representaciones del pasado, referido a eventos y acontecimientos, que permiten unificar la sociedad y dar sentido a su presente (Souroujon, 2011).Se considera a los métodos cualitativos como estrategias privilegiadas para el estudio de lo social; en particular resulta interesante el caso de las historias de vida o método biográfico, a partir de la interacción del hombre con su mundo cotidiano en un proceso que implica una historicidad. Además, se destaca el sentido evocativo y re-creativo del contexto. Las historias de vida poseen la capacidad de expresar y formular las vivencias cotidianas vinculadas a las estructuras sociales, formales e informales. La historia de vida puede ser vista como una contribución fundamental a la memoria histórica (Ferrarotti, 2007), en el sentido que la reconstrucción de los acontecimientos de una biografía desde el presente, constituye un acto de evocación de recuerdos, el ejercicio de una memoria. Esta memoria generalmente se plasma en hitos materiales que atraviesan un proceso de monumentalización, que los convierte en signos de valorización e identificación con ese pasado que representa. Se puede observar una estrategia de manipulación de la memoria a través de la historia oficial escrita de los vencedores y de los discursos hegemónicos.

 

 

SEMBLANZA BIOGRÁFICA[1]

Las primeras biografías de Nicolás Levalle fueron escritas por quienes lo conocieron (Guerrero, 1903) o a partir de la información contenida en su legajo militar (n° 6837, en el Archivo General del Ejército) junto con sus actuaciones públicas (Scotto, 1910; Zambra, 1894). Posteriormente, fue recordado en los diccionarios históricos que se elaboraron (Yaben, 1940). A principios de la década de 1980 se destacó el libro escrito por un militar e historiador (Piccinali, 1982), quien integraba los datos aportados por las fuentes oficiales, las biografías publicadas y otros materiales bibliográficos que lo mencionaban porque sus autores lo habían conocido e interactuado con él. Recientemente su figura ha sido analizada críticamente por Canciani (2017, 2020), en el marco de su estudio sobre la trayectoria de un grupo de militares (oficiales de alto rango) que sirvieron en la frontera indígena entre 1852 y 1880en el territorio de la actual provincia de Buenos Aires.

Nicolás Levalle nació el 6 de diciembre de 1840 en Chiavari, Italia. En 1844 llegó a Buenos Aires con su familia, durante el gobierno de Rosas. En 1856 inició su carrera militar, ingresando en la Academia Militar del Ejército de línea de Buenos Aires. Posteriormente, se pasó a la Academia de la División de Artillería en 1858, la cual se convirtió en 1859 en el Regimiento de Artillería Ligera, donde Levalle cumplió la función de portaestandarte. Como tal, participó ese año en la batalla de Cepeda y fue ascendido a alférez. En 1861 le otorgaron el ascenso a teniente segundo y participó en la batalla de Pavón. Permaneció en Rosario (Santa Fe) hasta 1862, posteriormente se trasladó al Batallón 4º de Infantería donde fue reubicado a Rojas, localidad en la cual recibió el grado de teniente primero. Luego, en el Fuerte de Junín fue elevado al grado de capitán de la 4º compañía del Batallón 4º de Infantería. En 1865 pasó a la Compañía de Cazadores. Ese mismo año contrajo matrimonio con Aurelia Ferreyra, y estalló la Guerra de la Triple Alianza con Paraguay. Ante numerosas rebeliones internas, en 1867 fue enviado sucesivamente a Santa Fe, Córdoba, San Luis y Mendoza, tras lo cual se reincorporó a la guerra con Paraguay. Levalle participó en dicha contienda hasta 1870, en el marco de la cual fue ascendido al grado de mayor primero y de teniente coronel después, y fue herido de un balazo en la rodilla en 1866.

En 1871 lo destinaron al Fuerte General Paz y al año siguiente participó en la batalla de San Carlos. Luego permaneció en Buenos Aires hasta 1873, cuando fue enviado a combatir a las tropas de Ricardo López Jordán. Regresó a Buenos Aires en 1874; allí lo encontró la Revolución Mitrista ese mismo año y su desempeño le valió ser nombrado coronel. En el año 1875 fue asignado Comandante en Jefe de la Frontera Sud de Buenos Aires (ver Fig. 1) y lo destinaron al Fuerte Blanca Grande, donde resistió los malones dirigidos por los caciques Namuncurá, Pincén y Baigorrita.

Figura 1: Teniente coronel Nicolás Levalle en 1872. Fuente: Archivo General de la Nación.

 

Durante una licencia que recibió en 1875, volvió a Buenos Aires, donde Adolfo Alsina le encargó una misión diplomática con los caciques indios, orientada a procurar un acuerdo con Catriel (Ebelot, 1968). Además, Levalle facilitó la acción apostólica del padre José María Salvaire en Salinas Grandes y de la acción evangelizadora de la Iglesia Católica en general.

Entre diciembre de 1875 y enero de 1876 se produjo la invasión Grande; en marzo de ese último año batieron a los indios de Epumer (hermano de Namuncurá) en las horquetas del arroyo Sauce; y se produjo un choque con las fuerzas de Catriel en la Laguna Paragüil. Permaneció en el Fuerte General Lavalle, donde se le unió su hijo, el subteniente Nicolás Melitón Levalle. Luego se desarrolló la etapa de la fundación de Carhué (1876-1880), proceso que es desarrollado específicamente en este trabajo en un acápite posterior.

En el año1880, Levalle fue convocado a Buenos Aires con su tropa, en el marco de la disputa entre nación y provincia por la federalización de la ciudad. En ese lugar recibió el ascenso a coronel mayor y se instaló a vivir con su familia, donde participó de los acontecimientos destacados de la sociedad porteña. En 1881 su hijo se casó, al igual que sus dos hijas, y en 1883 nació su nieto. Ese mismo año de 1881 fundó el Club Militar, el cual presidió durante varios períodos; con el correr de los años se transformó en el Círculo Militar.

En 1887, durante cuatro meses fue ministro interino de Guerra y Marina; en ese contexto, tomó medidas que orientaron al Ejército Nacional para la guerra. En 1888 falleció su hijo y en 1889 su padre. En 1890 lo nombraron Ministro de Guerra y Marina. Ese año se produjo la rebelión de1890; a su término le llegó el ascenso a la categoría máxima, teniente general. En 1893 fue nombrado Comandante en Jefe por las agitaciones que se suscitaron en Córdoba. En 1894 asumió como comandante en jefe del 4º Cuerpo del Ejército de la Guardia Nacional activa; en ese rol viajó a Tucumán, Salta, Jujuy, Catamarca y La Rioja. Durante el lapso de 1895-1897 ocupó el lugar de presidente de la Junta Superior de Guerra.

En 1897 fue nombrado ministro de Guerra y Marina, durante la presidencia de José Evaristo Uriburu, y creó la primera escuela militar de esgrima. En 1901 se fue de viaje a Europa en procura de la cura de la enfermedad que lo aquejaba; en París se operó y le pronosticaron tres meses de vida (Piccinali, op cit.). Volvió a Buenos Aires el 22 de diciembre de 1901, donde lo nombraron comandante en jefe de la región Capital, y finalmente murió el 28 de enero de 1902 (Caras y Caretas, 1901; nº 169, p. 23; 1902, nº 174, pp. 21-22).

 

EL FUNDADOR DE CARHUÉ

La zona de Carhué aparece mencionada en las fuentes a partir de las expediciones realizadas a las Salinas Grandes con el objetivo de acopiarse de sal, mediante la extracción y el transporte del producto hacia la ciudad de Buenos Aires durante los siglos XVIII y XIX. Estos viajes por el territorio indígena eran aprovechados para organizar reuniones, consejos y otros tipos de encuentros entre los hispano-criollos y los líderes de las diversas parcialidades indígenas, con el fin de establecer tratados o alianzas, y de efectuar intercambios de regalos y otros recursos (ver en García, 1969 [1810], [1822]; Zizur, 1972 [1786a], entre otros). Los caminos utilizados por las expediciones pasaban al norte de las serranías de Ventania y bordeaban las lagunas Encadenadas, donde la Laguna Epecuén es registrada en la cartografía de la época bajo la denominación de Laguna San Lucas (ver Zizur, 1786a, 1786b; entre otros). Estas incursiones permitían recabar datos sobre las características ambientales del entorno y los grupos indígenas de la región, información que era considerada en los planes de adelantamiento de la frontera y de ocupación del territorio.

A partir de 1875, cuando Nicolás Levalle estaba acantonado en el Fuerte Blanca Grande, señaló que los lugares estratégicos claves del sudoeste bonaerense para los movimientos de los indígenas eran Puan, Carhué y Guaminí (Piccinali, op cit.), por estar en la zona de aguadas (Tezanos Pinto, 1980, p. 217).

En abril de 1876, en el marco de un plan para la ocupación permanente e instalación de una nueva frontera sobre Puán, Carhué, Guaminí, Trenque Lauquen e ltaló (Pérez Amuchástegui et al., 1980), el ministro de Guerra Adolfo Alsina le encargó a Levalle conquistar y mantener Carhué (ver Fig. 2), vocablo indígena que ha sido traducido de diversas maneras. Generalmente interpretado como “lugar verde”, esta acepción ha sido discutida por otros investigadores y se han propuesto otras diferentes, como “donde hay un poblado” (Piana, 1981, p. 121) o han relacionado este término con la toba o ceniza volcánica, que los indígenas creían que era la carne del gualicho petrificada (Casamiquela et al., 2003, pp. 31-33).

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Figura 2: Localización del partido Adolfo Alsina en la provincia de Buenos Aires y ubicación de su ciudad cabecera, Carhué.

 

Levalle obedeció la orden de Alsina y avanzó por el territorio hasta ocupar Carhué, desde donde se dedicó a fortalecer la línea de frontera (Alsina, 1877; Memoria, 1876), para lo cual se realizaron diversas construcciones y la obra conocida como la Zanja de Alsina (Alsina, op cit.; Memoria, 1878). Se produjeron diversas escaramuzas con grupos de indios, y desde el bautizado Fuerte Belgrano, se hicieron operaciones militares (Masayé) y expediciones a Salinas Grandes en 1876. Carhué fue el lugar elegido para cortar el camino de los chilenos, por donde los indios trasladaban sus arreos de ganado, entre Carhué y Laguna del Monte (Pérez Amuchástegui et al., op cit.).

Alsina describe la llegada al paraje Carhué en la documentación oficial de la época (op cit., p. 15), destacando la ubicación estratégica de este punto geográfico. Diversos datos sobre el paisaje circundante fueron registrados en los documentos y permiten conocer las características del espacio para esa época (ibid., pp. 15-16). En un primer momento, el campamento de Carhué se reducía a un cuadrado con foso y paredes de tierra, con un cañón en cada ángulo, sobre los baluartes y un mangrullo o atalaya en el centro. Completaban esta fortificación los corrales laterales para el ganado, que quedaban bajo los fuegos del fuerte. El primer año de residencia en el lugar fue especialmente difícil para la tropa y su comandante, como ha quedado atestiguado por Zeballos (2005, pp. 135-139).

En 1877, “…después de una misa solemne (…) se colocó, bendecida por la religión, la piedra fundamental[2] del nuevo pueblo, al que se dio el nombre de «Adolfo Alsina», como un tributo de justicia ofrecido al intrépido funcionario que, (…), ha iniciado y conducido con mano firme a buen fin la grandiosa idea de la conquista del desierto” (Alsina, op cit., pp. 21-22). El lago Epecuén se utilizaba como defensa natural; a sus lados se levantaron fortines y se cavaron algunos sectores de la “zanja de Alsina” (Partarrieu, 2010). Al pueblo se lo colocó bajo la advocación de la Virgen de los Desamparados, que se correspondía con las privaciones y sufrimientos padecidos por los soldados. Posteriormente, la denominación “Adolfo Alsina” no prosperó en el caso de la localidad y permaneció como el nombre del partido (creado en 1886). En el año 1949, el decreto provincial nº 20191 le restituyó a la ciudad el antiguo nombre indígena con el cual era conocido el paraje, Carhué (Partarrieu, op cit.).

Con respecto a la comandancia General Belgrano, como Carhué era un punto importante para la ocupación debido a su posición estratégica, se desarrolló un sistema defensivo que aseguraba su inexpugnabilidad, a través de emplazar fortines a su alrededor que funcionaran como una malla protectora, cuyo fuego cruzado los protegía recíprocamente e impedía las incursiones indígenas (Thill y Puigdomenech, 2003). Levalle no sólo ejecutó las operaciones militares exitosas, sino que levantó una población, labró la tierra para sembrar alfalfa y cereales y cultivó huertas. A partir del fuerte se forma un pueblo cuadricular que lo absorbe al pacificarse el territorio (Gómez, 1980). La idea de establecer un asentamiento estable y permanente en el lugar estaba presente desde el primer momento de ocupación militar (Alsina, op cit., pp. 21-22). Al año siguiente a su fundación, ya contaba con 59 pobladores registrados (Memoria, 1878, pp. 84-85). La simetría del pueblo, su organización general, sus cultivos y construcciones son rasgos destacados por los testimonios de la época y atribuidos al liderazgo del coronel Levalle (Olascoaga, 1974, pp. 176-178).

 

Figura 3: Distintas imágenes de la población de Carhué en sus inicios. Fotos tomadas por Antonio Pozzo en 1879, durante la campaña militar denominada “Conquista al Desierto”. Fuente: Archivo General de la Nación.

 

Alsina, antes de morir el 29 de diciembre de 1877, le ordenó a Levalle efectuar una operación ofensiva contra las huestes del cacique Namuncurá, con las tropas de Carhué, Puan y Guaminí. Por lo cual, Levalle en enero de 1878 avanzó hasta la laguna Chiloé. Ese mismo año, se llevó a cabo la ofensiva comandada por Roca, realizándose diversas incursiones sobre las tolderías; en noviembre se realizó la expedición a Salinas Grandes y Lihuel Calel, y en mayo de 1879 se implementó la maniobra ofensiva convergente sobre el río Negro. En septiembre de 1879 Levalle fue nombrado Comandante en jefe de las fuerzas de Carhué, Puan, Guaminí, Trenque Lauquen y Fuerte Argentino, cuyo puesto de comando se instaló en Carhué. Las fotografías obtenidas por Antonio Pozzo en esa época permiten visualizar las características del asentamiento próximo a la Laguna de Epecuén y contrastar con las versiones escritas (ver Fig. 3).

Posteriormente en Carhué, Nicolás Levalle fundó las estancias “San Nicolás” y “La Maravilla” en los solares con los cuales habían premiado su desempeño[3] (ver Fig. 4). Su nombre, asociado a 50.000 hectáreas, figura en la lista de las familias y particulares que se beneficiaron al término de la Campaña al Desierto de 1879, que fortaleció las riquezas de algunas familias oligárquicas y de raigambre militar (Gaignard, 1989, p. 253; Mallo, 1979, p. 84). Durante la presidencia de Roca, en 1885 se sanciona la Ley de Premios Nº 1678, a través de la cual el Gobierno otorgó tierras a los militares expedicionarios del Desierto, según el rango jerárquico. Se entregaron aproximadamente 4.679.510 hectáreas a 541 oficiales superiores del Ejército Argentino (Gaignard, op cit.).

 

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Figura 4: Detalle del mapa catastral del partido de Adolfo Alsina, donde se observan tres propiedades a nombre de Nicolás Levalle en torno a la localidad de Carhué (Adolfo Alsina en ese momento).

 

Construyó una importante residencia (ver Figs. 5 y 6), donde habría pernoctado el general J. A. Roca en el año 1879. A partir de 1884 vivió su hija Aurelia Levalle, casada con el Dr. Pedro Santiago Gallo, quien se desempeñó como intendente municipal entre los años 1891 y 1892. La pareja remodeló y amplió la vivienda de dos plantas rodeada de amplios jardines, la cual fue vendida en 1915. En la década de 1920 funcionó el “Hotel El Palacio” hasta 1930, cuando la propiedad fue rematada judicialmente. Tras años de abandono, el edificio fue demolido en 1953. 

 

Figura 5: Casa del teniente general Nicolás Levalle en Carhué en 1879 (foto de Antonio Pozzo). Fuente: Archivo General de la Nación.

 

Figura 6: La residencia del teniente general N. Levalle en Carhué fue reformada y ampliada hacia el año 1895 por su hija y su yerno Pedro S. Gallo, por lo cual fue conocida como Palacio de Gallo. La foto correspondería al año 1910 aproximadamente. Fuente: Museo Regional Adolfo Alsina de Carhué.

 

Sus informes dan cuenta de la forma en que fundó y fomentó el crecimiento económico de Carhué, así como el testimonio de diversos testigos (Olascoaga, op cit.; Zeballos, op cit.). Por otra parte, las fluctuantes relaciones con los dirigentes indígenas atravesaron el desempeño de sus tareas como comandante de frontera. Quedaron testimonio de las mismas en diferentes relatos, como el que desarrolla Ebelot (op cit.) acerca de un parlamento indígena realizado entre Catriel, Levalle y Alsina; así como una imagen negativa de Levalle desde una mirada actual en la narración efectuada por Zeballos (2004), a partir de lo cual es visto como un profanador de tumbas indígenas, al igual que el coronel Racedo (Valko, 2015). Zeballos (2004) relató que Levalle en las proximidades de Chili-hué encontró un médano denominado Curru-loo, que habría sido el cementerio de la familia que gobernaba las tribus en Salinas Grandes, donde se decía que estaba enterrado Calfucurá, luego de su muerte en 1873. Levalle le ordenó a su hijo revolver las tumbas para hallar los restos inhumados de Calfucurá. Descubrieron un entierro, acompañado de diversos elementos (restos de un caballo, armas y bebidas), extrajeron algunas prendas y la cabeza y se las llevaron. Posteriormente, entregaron el cráneo a Zeballos, quien lo donó al Perito Moreno y pasó a formar parte de las colecciones osteológicas del Museo de Ciencias Naturales de La Plata. Recientemente, diferentes reclamos han sido realizados sobre este cráneo, el cual será devuelto próximamente a las comunidades indígenas. Durante la expedición desde Carhué a Traru-lauquén en 1879, Levalle encontró dos cajas de madera llenas de papeles en los médanos, que conformaban el archivo de la correspondencia de Namuncurá, y también la donó a Zeballos (Zeballos, 2005). Habría constituido una práctica extendida o un proceder común entre los soldados del ejército el de exhumar o profanar tumbas indígenas, en busca de objetos valiosos, como los elementos de platería. Los restos óseos también se convirtieron en objetos de posesión y dominio simbólico, generalmente donados con fines científicos, como sucedió en este caso.

Aproximadamente en el año 1882, el Ejército Nacional se retiraba del pueblo, que se componía de un caserío alrededor de la plaza, donde se encontraban las cuadras militares, y del otro lado del arroyo, subsistían algunas tolderías de indios. En 1883 el agrimensor Rodolfo Moreno fue enviado por el gobierno para efectuar el trazado del pueblo, similar al de otros poblados vecinos de la campaña, como Trenque Lauquen, Guaminí y Puán; pero con el objetivo de expropiar la menor cantidad de tierras a Levalle (para evitar el gasto al Estado), diseñó un pueblo orientado a la laguna (Etchegaray de Añón Suárez, 1980, p. 105). Trazó un plano que consta de ochenta o noventa casas o ranchos, localizados cinco cuadras alrededor de la plaza actual. Entre 1885 y1887 se procedió a la venta de las chacras, quintas, manzanas y solares, cuyos compradores fueron españoles en su mayoría e italianos. En 1899 se construye la línea del ferrocarril Sud y la empresa bautiza como “Estación Carhué” a su parada.

 

HUELLAS DEL IMPACTO SOCIAL DEL LEGADO DE LEVALLE

Es interesante indagar acerca del impacto de la actuación local de Levalle en las comunidades del área, lo cual puede ser abordado a partir de su presencia en el imaginario colectivo de la sociedad, así como en la prevalencia de hitos materiales que celebren su memoria. El imaginario colectivo es el conjunto de ideas prevalecientes en las estructuras mentales de una comunidad que orientan conductas y generan tendencias (Morin, 1992); es una construcción social en la que intervienen los diferentes grupos y sectores de la sociedad (Fressard, 2006). Este cruce de construcciones de identidades, por un lado personal y por otro colectiva, se fortalece a lo largo del tiempo y trasforma la estructura físico espacial y ambiental de un lugar (Villar Lozano y Amaya Abello, 2010).

Se puede percibir la opinión pública de este personaje a través de las apariciones en medios gráficos de la época, entre los cuales pueden citarse las revistas El Mosquito y Caras y Caretas (Figuras 7 y 8). Aunque se desempeñaba en el plano político, procuró substraerse de los vaivenes de la vida política, por lo cual es escasamente satirizado en las caricaturas de El Mosquito. En la Revista Caras y Caretas no sólo aparece en dibujos satíricos; también se ha considerado relevante en esa época producir artículos que comuniquen a la opinión pública sucesos importantes que lo involucran. Entre éstos se pueden mencionar la noticia de su regreso a Buenos Aires desde Francia, que implicó una amplia cobertura del evento y se publicó en el número 169 del 28 de diciembre de 1901; y la nota con la noticia de su fallecimiento, en el número 174 del 1º de febrero de 1902. Las notas necrológicas de personajes de prominencia social ocupaban un lugar destacado en el cuerpo central de la revista, especialmente en sus primeros años, ilustradas con grandes fotograbados que confirmaban la relevancia del acontecimiento exhibido por una multitudinaria concurrencia al entierro o por el aparato ritual (Guerra, 2016); en este caso las exequias de Levalle contaron con un gran cortejo de público, asistencia de políticos y desfiles militares de varios regimientos, junto con “tres carrozas de la casa Iribarne, atalajadas lujosamente, que conducían las coronas”, así como discursos ante su tumba y un funeral masónico, tal como se detalla en el número 175 de Caras y Caretas, correspondiente al 8 de febrero de 1902.

 

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Figura 7: Representación del teniente general Levalle en el periódico satírico El Mosquito. Fuente: Hemeroteca Digital de la Biblioteca Nacional de España.

 

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Figura 8: Representación del teniente general Levalle (lateral izquierdo) en el periódico Caras y Caretas, año 1, número 3, 22 de octubre de 1898. Fuente: Hemeroteca Digital de la Biblioteca Nacional de España.

 

En vinculación con su muerte, fue un acontecimiento relevante que se registró en los medios de comunicación de la época y convocó a importantes personalidades de la historia argentina, entre quienes se destacó el Dr. Pellegrini, quien pronunció un discurso sobre la tumba de su íntimo amigo, que se publicó en el Diario La Nación el 29 de enero de 1902. En 1902 su ataúd fue depositado en la bóveda de Faustino Miñones[4] hasta el año 1909, cuando fue trasladado a su propio mausoleo. Sus restos mortales descansan en un panteón de la Recoleta (ver Fig. 9), en cuya puerta están sus iniciales entrecruzadas (NL) labradas en metal, sobre la cual se observa el busto del teniente general, con sus característicos bigotes y su barba larga. A los costados, sendas placas recuerdan su vida y su entrega a la patria. En una de éstas, correspondiente al año 1909 (Fig. 9), se destaca la inscripción: “Caminante: detén aquí también tu paso para saber que este guerrero no sostuvo déspotas, ni perturbó con su espada la paz de los hogares. La Patria lo enumera entre sus hijos de mayor valor y mérito. Yace en paz! El Congreso, el Ejército, la Armada y sus amigos". El cementerio es una institución del ámbito urbano donde se construyen monumentos para guardar la memoria y alojar los restos de los seres queridos; además se constituye simbólicamente como un lugar donde se manifiesta la memoria social, resguardando la historia de la comunidad y donde se mantiene el relato histórico de los hechos que han caracterizado un lugar determinado (Catullo y Sempé, 2016). En este sentido, es sumamente significativo el espacio que ocupa el mausoleo de Levalle en el cementerio de la Recoleta, que se distingue por constituirse en el lugar de descanso eterno de las personalidades históricas más destacadas de la historia argentina. Como dato interesante, puede añadirse que la urna con los restos del general Conrado E. Villegas, también jefe militar actuante en la “Campaña al desierto” y fundador de la localidad de Trenque Lauquen (otro punto clave de asentamiento indígena), estuvieron depositados desde el año 1909 hasta 1945 en el mausoleo construido al Tte. Gral. Nicolás Levalle[5].

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Figura 9: Mausoleo del teniente general Nicolás Levalle en el Cementerio de la Recoleta (imágenes inferiores extraídas de Piccinali, op cit.).

 

Otro aspecto a destacar es la vinculación de Levalle con la masonería; cuando murió ocupaba el cargo de Segundo Gran Vigilante. Había sido iniciado en la Logia Estrella del Oriente nº 27 el 25 de febrero de 1869 y posteriormente se incorporó en la Logia Libertad nº 48, que presidió en el lapso 1900-1901; además ocupó distintos cargos en la Gran Logia de la Argentina y fue miembro del Supremo Consejo grado 33 (Lappas, 1958). El arzobispo Espinosa no permitió que los capellanes militares le profesaran honores, dada su adscripción a la masonería. La Logia Libertad nº 48 dispuso un funeral masónico a su memoria el 1º de febrero de 1902 y también se lo homenajeó el 27 de junio de 1909, cuando se trasladaron sus restos al mausoleo construido por suscripción popular (Lappas, op cit.).

Particularmente en la localidad de Carhué, subsisten varios hitos materiales vinculados a su accionar en la región, que denotan la relación entre comunidad, identidad y territorio, dado que los procesos sociales se concretan en un paisaje y lo moldean; estas marcas en el terreno son marcas en la sociedad (Flores, 2005). El más destacado es el monumento ecuestre de Levalle (ver Fig. 10), ubicado en la plaza principal, entre las calles Mitre, Moreno, Pellegrini y San Martín; realizado en fibra de vidrio y resinas de poliéster por un artista local, fue inaugurado en el marco de las manifestaciones que en 1979 recordaban la campaña de Roca. Esta plaza figuraba en el diseño original del pueblo de 1876 y se dice que en su predio crece un eucalipto de la época de la fundación. En el centro de la plaza estuvo depositada la piedra fundacional hasta la década de 1960; en la actualidad se encuentra en el Museo Regional Dr. Adolfo Alsina (ver Fig. 11). En la pieza escultórica dedicada a Levalle lo rodean un indio, un soldado, un herrero inmigrante y una maestra para algunos o una mujer de campo o cuartelera para otros, los elementos constituyentes de esta comunidad. Además, se observan dos bajorrelieves que representan escenas correspondientes a fines del siglo XIX: el malón y el Fuerte General Belgrano. Este monumento activa la memoria del origen de la mayoría de las poblaciones del área a partir de asentamientos militares de la línea de frontera, junto con las réplicas de pilastras y el monumento al soldado desconocido. Asimismo, este material recordatorio se inscribe dentro de un circuito que lo vincula a una casa restaurada que perteneció a la última fortinera del pueblo, y a la recreación del fortín 24 de Mayo, en el Boulevard Alsina y la ruta 33.

Cabe destacar que el monumento de Levalle y las réplicas de las pilastras fueron realizados en el marco de las reivindicaciones realizadas al cumplirse los cien años de la “Conquista al Desierto” durante la última dictadura cívico militar de la República Argentina. A través de estas producciones materiales y de actividades como el Congreso Nacional de Historia sobre la conquista del desierto[6], se procuraba reforzar la idea de una identidad militar nacional a través de la evocación y puesta en valor de personajes históricos involucrados en el proceso de formación y consolidación del Estado nacional. Estas manifestaciones pueden vincularse con las intervenciones políticas, periodísticas e historiográficas en el año 1979, por la conmemoración del centenario de la conquista del desierto, cuando la dictadura militar cumple un rol protagónico en la evocación triunfalista y celebratoria del pasado, que legitimaba la ocupación de un territorio “vacío e improductivo” o poblado por “salvajes” (Schenquer y Cañada, 2020; Trímboli, 2013).

 

Fig

Figura 10: Monumento al teniente general Nicolás Levalle en Carhué. A la izquierda, como se puede observar en la actualidad. A la derecha, foto de su inauguración en el año 1979.

 

 

Figura 11: Piedra Fundacional del Pueblo Adolfo Alsina, a partir del año 1949 Carhué; actualmente depositada en el Museo Regional Dr. Adolfo Alsina.

 

Carhué es una localidad cuya historia se vincula con el conflicto y militarización del área en el período de contacto hispano-indígena; desde esta comunidad se produce una evocación al pasado, a través de representaciones que celebran la llamada “conquista del desierto”, reivindicando la lucha contra los indígenas y la colonización del territorio llevada a cabo por las poblaciones de origen europeo, con el “progreso” que trajeron aparejado. Esta evocación se lleva a cabo en toda el área (Guaminí, Carhué, Puan, Trenque Lauquen) mediante los monumentos conmemorativos o la señalización de lugares con un significado histórico (Oliva, 2020; Panizza, 2015), y a través de las narrativas hegemónicas presentadas en los museos históricos de la última frontera bonaerense, acerca de los pueblos indígenas y de las campañas militares para someterlos (Nagy, 2013).

 

CONCLUSIONES

El teniente general Nicolás Levalle ha sido una figura representativa de una época de la historia argentina, la segunda mitad del siglo XIX. Nacido en Italia, adoptó al país donde desarrolló toda su vida como su patria y la defendió a lo largo de toda su carrera militar, ya sea ante enemigos externos (la guerra del Paraguay) como ante disidentes internos (las revoluciones de 1874 y 1890). Las fuentes de la época destacan su valentía y lealtad a través de diferentes anécdotas en el campo de batalla. La imagen positiva ante sus contemporáneos lo llevó a ocupar el ministerio de Guerra. Su actuación como comandante de frontera facilitó la ocupación y permanencia en Carhué, lugar estratégico de asentamiento indígena, donde superó circunstancias adversas y fomentó el desarrollo de una población, que subsiste como ciudad cabecera del distrito. Sin embargo, actualmente su imagen está empañada y es cuestionada por su participación en la “Conquista al Desierto” y por el tratamiento de los restos indígenas, específicamente por la profanación de la tumba de Calfucurá.

Los rituales de enterramiento y los sitios específicos donde estos se producen se encuentran cargados con un alto simbolismo (Rizzo, 2010); en el caso de Levalle se encuentra sepultado en una bóveda del cementerio de la Recoleta, lugar de descanso eterno para el patriciado argentino y otros personajes ilustres. Una multitud asistió al cortejo y ceremonia de su entierro como personalidad pública; su tumba fue realizada por suscripción popular y una comisión se encargó de concretarla, proceso que tardó siete años. Las formas de expresión funeraria se modifican a través del tiempo y pueden ser analizadas dentro del campo de investigación de los procesos de cambio sociocultural y económicos de la sociedad (Rizzo y Sempé, 2001). En este sentido, se considera lo funerario como expresión de un campo social (Bourdieu, 2004) donde los agentes marcan su posicionamiento por medio del capital simbólico obtenido en vida y que se expresa en el tamaño, estilo constructivo, profesionales actuantes y en la ornamentación de los panteones. Cada campo social tiene una lógica específica; las expresiones funerarias como un campo específico poseen una lógica inherente que permite configurar un lenguaje sobre la muerte (Sempé, 2011). El cementerio es un lugar de memoria cuya función consiste en resguardar el pasado y aportar elementos para generar una conciencia colectiva de carácter histórica en actualización permanente (Rizzo y Sempé, op cit.). Como patrimonio cultural, su valor testimonial respecto a una sociedad, a una época y sus costumbres es posiblemente una de sus características más importantes. También es considerado referente de los procesos de construcción de identidad histórica cultural, en este caso abordados a través de la figura del teniente general Nicolás Levalle.

La localidad de Carhué enlaza su origen a la trayectoria de su fundador y al contexto de una época. La identidad personal y social son productos socio-culturales situados en el tiempo. La identidad como constructo, es imposible sin memoria, ya que los recuerdos del pasado contribuyen a la creación de identidad (Rosa et al., 2008). La memoria hace accesible el pasado a través de procesos de recuerdo que son el resultado de la activación de huellas de experiencias pasadas al servicio de acciones actuales. Los monumentos constituyen formas de mantener la memoria, de hacer accesibles experiencias que sobrepasan el limitado tiempo de vida de cada individuo y hacen posible que un individuo acceda a la experiencia acumulada por el grupo (ibid.). En este caso, los monumentos asociados a Levalle remiten a la construcción del Estado Nacional y a la ocupación del territorio indígena por parte de las fuerzas militares nacionales en el marco de un proyecto de país.

 

AGRADECIMIENTOS

Las tareas de investigación se desarrollaron en el marco del proyecto HUM 525 “Arqueología histórica en el área del Sistema Serrano de Ventania y su llanura adyacente”, acreditado por la Universidad Nacional de Rosario, y de las becas doctoral y post-doctoral otorgadas a las autoras por la Universidad de La Plata y por CONICET respectivamente. Agradecemos las sugerencias de los evaluadores, que permitieron enriquecer el presente trabajo.

 

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NOTAS



[1] La síntesis contenida en el apartado correspondiente a “La semblanza biográfica” de Nicolás Levalle fue elaborada a partir de Piccinali (1982), Scotto (1910) y Yaben (1938-1940).

[2] La piedra fundacional del poblado estuvo hasta la década de 1960 en el centro de la plaza; en la actualidad se encuentra en el Museo Regional Dr. Adolfo Alsina. 

[3] Documentación consultada en el Archivo Histórico de Geodesia (AHG) del Ministerio de Obras Públicas de la Provincia de Buenos Aires: mensuras del partido de Adolfo Alsina nº 7 (1881), 17 (1884), 24 (1889), 29 (1883), y 50 (1881); plano catastral del Partido de Adolfo Alsina, plano de los Campos de la Testamentaría del Teniente General don Nicolás Levalle en Adolfo Alsina (1903); y plano de los terrenos de la sección segunda de la provincia de Buenos Aires (Departamento de ingenieros civiles de la República Argentina, 1881, signatura 630-27-4)

[4] La bóveda Faustino Miñones se ubicaba en el tablón 71, sección San Antonio, sepulturas 4, 5 y 6 del cementerio de la Recoleta. Este militar alcanzó la graduación de coronel y actuó en la guerra del Paraguay.

[5] Maya, I. (27 de agosto de 2012). Conrado Villegas ¿sin tumba y sin tierras? Recuperado de:

https://elobservadordelahistoria.blogspot.com/2012/08/conrado-villegas-sin-tumba-y-sin-tierras.html

[6] Celebrado en la ciudad de General Roca del 6 al 10 de noviembre de 1979. Los trabajos presentados se publicaron en cuatro grandes tomos de actas.

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