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Reseña bibliográfica a Borghi, D., Amiot, P., Gaspio, M. & Evaristi, F. (2018). Centro Atrás. Un desborde hacia lo profundo de la historia del fútbol de Río Cuarto y región. Río Cuarto: UniRío Editora (224 pp.)

Marcelo Ducart - Departamento de Educación Física, Facultad de Ciencias Humanas, Universidad Nacional de Río Cuarto - marceloducart@yahoo.com.ar

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Centro Atrás. Un desborde hacia lo profundo de la historia del fútbol de Río Cuarto y región es un libro que compila una serie de trabajos con un marcado carácter de ensayo de historia local, regional y de crónicas periodísticas, en el marco del centenario de la creación de la primera liga de fútbol de Río Cuarto. Forma parte de una colección llamada “De la eterna memoria” que reúne textos narrativos que interpelan la memoria colectiva. Tiene como finalidad que la reflexión sobre la lectura y la escritura trascienda el ámbito de la investigación literaria e involucre a otros actores, como los maestros y profesionales dedicados a la formación de lectores y el público en general. Pasar de la historia a las historias, significa entrar en el mundo de los posibles abandonados. Se procura entonces una especie de antropología especulativa, es decir, un saber en el que se mixturan los imperativos de lo objetivo y las turbulencias de la subjetividad.

En armonía con la colección citada, hay una idea que está presente en la mayoría de los artículos que integran este libro, y es la importancia de reconstruir el legado histórico del Fútbol de Río Cuarto y región a partir del rescate de las voces y testimonios de referentes locales. Dicha tarea es tanto más importante en un campo como el deportivo, en el cual no suelen abundar publicaciones locales más allá de la socialización permanente de resultados y de sus referentes deportivos. Por eso, este libro, está llamado a constituirse como un mediador de la conexión entre la historia reciente del fútbol y sus potenciales lectores.

El título del libro “Centro atrás”, condensa el compromiso inquebrantable de un equipo de trabajadores dispuestos a poner en valor lo que se hizo tiempo atrás, para así entender el presente y proyectar el futuro deportivo de la ciudad. La historia del fútbol local, la empezaron a escribir actores sociales que, en muchos casos, fueron confinados a los ingratos mares del olvido. Algunos de ellos siguen caminando las calles de la ciudad, otros ya han partido al territorio del recuerdo. Otros, hasta ahora permanecían en el más absoluto anonimato, si no hubiera sido por esta obra que ha salido generosamente a su rescate. Han sido estos personajes precisamente los que le han concedido a la ciudad, algo tan preciado como es la identidad cultural del deporte local. Esa misma que nos distingue, esa misma que construye la subjetividad de los pueblos.

El libro se divide en pequeñas secciones. Los autores Diego Borghi, Pablo Amiot Gaspio, Marcelino Gasseuy y Franco Evaristi, abren el itinerario narrativo describiéndolo como “un sueño colectivo hecho realidad”. Un sueño que hunde sus raíces en la Cooperativa de Trabajo Al Toque, constituida por un grupo de trabajadores de la comunicación que abrazaron con férrea convicción la idea de desarrollar una alternativa de comunicación sobre el fútbol. Entienden al fútbol nada más ni nada menos, como una manifestación generadora de inclusión social y constructor de espacios de participación ciudadana. La estructura del texto se compone de un prólogo, diecinueve pequeños artículos con algunas ilustraciones y fotos históricas, un glosario de jugadores y un breve epilogo al final. La lectura es sencilla, dinámica, coloquial y, sobre todo, llena de reminiscencias vinculadas con el fútbol, aunque aparece también, el propósito de contextualizar las historias locales y regionales del deporte, con otros fenómenos sociales y políticos de transcendencia nacional.

El libro se abre con un prólogo que lleva por título: “La pura verdad”, a cargo del reconocido periodista deportivo local Osvaldo Webbe. Desde un relato autobiográfico, rescata su memoria pasional que lo vincula al futbol de Rio Cuarto, no solo como periodista deportivo y relator, sino también como futbolista.

A partir de allí, se inicia una sucesión de pequeños relatos de la historia local y regional del Fútbol. Se hace presente Cacho Echeverria, quien sale a la cancha contando su propia historia con la Liga de Río Cuarto de los últimos 50 años. Parece que, los autores, no quieren dejar de citar explícitamente a ningún referente vinculado con el Fútbol, ya sean dirigentes deportivos, árbitros, jugadores, del pasado lejano como actual, compañeros de equipos y equipos reconocidos. El encadenamiento continuo y sucesivo de los relatos, se deben leer a la luz de lo que es el “Centenario del fútbol riocuartense”. Si bien el advenimiento del fútbol en nuestro país se desarrolló a fines del siglo XIX, en Río Cuarto se empezó a constituir hacia el año 1909. Recién allí aparecen los primeros registros de clubes que practicaron fútbol. Pero, habrá que esperar hasta el año 1917, cuando el fútbol de la ciudad comienza a tener competencias deportivas entre clubes, con la creación de la Federación de Football de Río Cuarto. El historiador Omar Isaguirre sostiene en su libro Historia de la Liga de Fútbol de Río Cuarto, que los primeros clubes de la ciudad fueron: Argentino Libanense, Estudiantes, Central Argentino, Atenas, Argentinos Sportsman, El Diario y Huracán. Dicha organización de los clubes tenía un sesgo elitista, ya que estaba compuesta por el sector más rico de la ciudad. Tuvo más presencia institucional que deportiva y se extendió durante 17 años. En 1965 nació la Liga Regional de Fútbol, bajo la presidencia de Luis Mai y con una fuerte impronta de apertura regional. A los clubes de Río Cuarto se le sumaron elencos de otras localidades vecinas. Fue una decisión superadora que iba a dar sus frutos en un gran salto de calidad institucional. La «regionalización» del fútbol impulsó una mayor competitividad y provocó el aumento del caudal y del talento genuino de futbolistas de la Liga de Río Cuarto. Un hecho que permitió la conquista del primer campeonato provincial en 1968, al derrotar a la poderosa selección de Córdoba. En la temporada de 1973 se obtuvo el primer campeonato nacional de Ligas. El fútbol se convertía así en una plaza con proyección nacional. Luego en la década del ochenta, con la participación de la Asociación Atlética Estudiantes, presidida por Antonio Candini, se logra izar bien alta la bandera del fútbol de Río Cuarto, al clasificar para el Torneo Nacional de AFA de 1983. Fue un hecho histórico que se reiteró en 1984 y 1985. Desde entonces, más allá de algunas participaciones aisladas con protagonismo en eventos superiores, la trascendencia y el brillo a nivel nacional quedó relegada al pasado.

Pero lo que no parece relegar el libro, es su intención de dejar bien alto en el recuerdo, a una innumerable lista de actores y sucesos fundamentales en el desarrollo del Fútbol local a lo largo de los años. En “Al Tata con cariño”, se describe la conquista del primer campeonato nacional de clubes: la Copa Beccar Varela y la odisea que significó dicha conquista, en especial en tierras misioneras. El relato toma un vuelo poético, al recordar la figura entrañable del “Tata Tuninetti”, quien aparece inmortalizado en la memoria colectiva del club Banda Norte y de toda la ciudad. En “Fútbol encantado en la tierra de las brujas”, se relata el primer campeonato obtenido fuera del país, en la ciudad chilena de Talagante, teniendo como telón de fondo, las dictaduras militares que azotaban gran parte de Latinoamérica. Juan Filloy, tampoco podía faltar a la cita. El reconocido escritor cordobés que vivió gran parte de su vida en Río Cuarto, aparece repetidas veces citado a lo largo del libro. Desde su biografía hasta los fuertes vínculos con el deporte en general. Apodado el escritor de los tres siglos, fue uno de los socios fundadores del Club Atlético Talleres, del Club de Ajedrez Vélez Sarsfield, socio activo del Club Sportivo y Biblioteca Atenas y socio fundador del Golf Club Río Cuarto. Amante y aficionado de muchos deportes, en especial del Fútbol, Ajedrez, Golf, Boxeo, Natación, entre otros tantos, combinó su vida literaria con la deportiva. En cuanto a los jugadores de fútbol históricos que se destacan, aparece la mención de Oscar Massei, quien pasó del club Alberdi a Rosario Central y de allí directamente a brillar en Italia con la camiseta del Inter de Milán. Es también muy entretenido el relato del “histórico partido que la selección de Río Cuarto le ganó a Boca Junior en el año 1956, y no le dio nunca la posibilidad de revancha al equipo porteño. La defensa de lo local frente a la prepotencia de la fama de los equipos grandes jugaba su partido más notable.

En lo que pareciera ser como un nudo central del libro, allí donde se anuda el propósito fundamental de la obra, aparece un relato diferente que rompe la inercia de los anteriores. En la mención de “Fútbol con memoria”, los autores se esfuerzan por profundizar la memoria política del deporte en relación con su carácter ambiguo frente a los totalitarismos y dictaduras. Con más de 37 desaparecidos en la ciudad de Río Cuarto, se alzan sus voces en la letanía del “nunca más”. Si bien ninguno de los desaparecidos y detenidos, tuvieron como causa su afiliación deportiva, los autores establecen magistralmente conexiones entre lo político, lo social y lo futbolístico. Tanto Cisneros, Duarte, Martín, Svagusa y Giuliani, aparecen reminiscencias de su vínculo inseparable con el fútbol local, una huella que perdurará por siempre.

Luego el libro, retoma su lógica inicial de micro relatos históricos locales y regionales de sucesos y futbolistas destacados. Allí se hace un espacio para retratar al extraordinario jugador santiagueño y del seleccionado nacional campeón del mundo en 1978, René Houseman. Parece ser que, en Río Cuarto, “lo curaron con su propia medicina”, en una clara mención a cierta venganza frente a su costumbre futbolística habitual de generar “gambetas” y “túneles” a los rivales. El hecho sucedió en 1974, mientras se disputaba un amistoso en cancha de Atenas, entre la Selección Argentina y el combinado de la liga riocuartense. El equipo local venía de exhibir recientemente el título de Campeón Argentino de 1973. Continúan los relatos, y vuelve a repetirse la mención de Antonio Candini, como el “hombre que hizo al fútbol de Río Cuarto nacional”. En un breve recorrido biográfico por su vida, se rescata su paso por la presidencia del Club Estudiantes de Río Cuarto y la trascendencia nacional que su equipo mayor obtuvo en el Fútbol grande de la Argentina. Pero el Fútbol no es cosa solamente de hombres. En un hermoso relato, se describe el lento y dificultoso proceso histórico del desarrollo del fútbol femenino local y regional, en el que abundan también, menciones a muchas jugadoras destacadas. El Fútbol se hizo historia nacional e internacional en otros apellidos que forman parte de la historia reciente. El riocuartense Héctor Bracamonte, como el argentino que más tiempo jugó en Rusia. Martin Herrera como el primer argentino en llegar a la Premier League de Inglaterra” en el año 2002. Y no podía faltar, la cita del “maestro” Alejandro Marcial, en la formación de tantos futbolistas destacados de la ciudad, pero fundamentalmente, de Pablo Aimar. Este querido hijo de Río Cuarto, se lo describe como el jugador local y regional, que ha obtenido el mayor reconocimiento internacional y una empatía singular con el público y con toda una generación de amantes de este deporte. Al finalizar el recorrido, y como si fuera poco el esfuerzo de recolección biográfica, los autores completan una extensa recopilación histórica de biografías de jugadores destacados de la ciudad y región, en particular, de aquellos que trascendieron las fronteras y se destacaron en el fútbol nacional e internacional.

Después de todo lo dicho, hay que reconocer un esfuerzo positivo y muy rico de los autores por hacer visible el recorrido histórico de los primeros cien años de Fútbol local y regional en Río Cuarto. Una apuesta muy auspiciosa que lograron plasmar en este interesante volúmen. En primer lugar, porque nos muestra como el deporte se ha institucionalizado en la ciudad y región. En segundo lugar, porque se recuperan las voces, biografías e imágenes de la historia deportiva de la ciudad. Una ciudad que no le dio la espalda a esta experiencia lúdico-corporal-cultural de dimensiones globales que se llama fútbol. Las organizaciones deportivas de la ciudad dan testimonio que el deporte no es solo una práctica corporal, sino también una práctica social sujeta a compromisos grupales, a consumos dirigidos y a prácticas de ocio que sirven para distinguir a unos de otros. Lo deportivo incide en otros procesos socioculturales más amplios, poniendo en marcha una dinámica en la cual las dimensiones micro y macro de lo social se compenetran.

La ciudad de Río Cuarto y región, como otras tantas de la Argentina, dan cuenta todos los días, de un flujo considerable de niños, jóvenes y adultos, que se movilizan con la intención de practicar o de participar de algún evento deportivo en las variadas instituciones de la ciudad. A pesar de que este fenómeno lleva más de cincuenta años de crecimiento continuo, hay evidencia y coincidencia entre autores, que su estudio en América Latina, ha sufrido una desatención paradójica por parte de las Ciencias Sociales. Este libro viene a llenar en parte ese hueco de conocimiento.

¿Pero por qué despierta tanta pasión en las voces de sus protagonistas este deporte tan pasional? Los autores viven el fútbol no como un mero pasatiempo o una pausa, en medio de la monotonía de lo mundano. Se percibe en sus relatos la frescura de vivencias que traen consigo cierto alivio de la rutina cotidiana del trabajo. Es cierto que un campeonato no suspende los problemas sociales y políticos. Es cierto también que una vez que se agota la energía libidinal y cede la exultación competitiva, los habitantes retornan a la prosa de lo cotidiano. Pero no es menos cierto, que la sociedad actual parece necesitar o disfrutar del deporte, de un modo singular. A diferencia de otros tiempos, el mundo del fútbol ha dejado de ser un castigo incomprensible e inevitable. Ya no es solamente percibido como un apéndice de la maquinaria global capitalista, que organiza y anestesia la explotación y los negociados a escala mundial. El deporte es un fenómeno sociocultural complejo. El Fútbol también puede ser entendido como metáfora de la sociedad. Un escenario social donde emergen los valores reales dominantes, las tensiones culturales en pugna, los miedos que paralizan y disciplinan, las aspiraciones riqueza y prestigio y, sobre todo, las representaciones del poder. El poder entendido como el modo de relación entre sujetos e instituciones. Un poder que es a la vez represivo como productivo, no conmensurable, que incita, moviliza y tiende a naturalizar las situaciones de desigualdad bajo un manto implícito de mutuas concesiones. El poder se in-corpora, es decir se hace cuerpo, en jugadores que disputan agonísticamente las representaciones de lo bueno, lo bello y lo verdadero. Siempre va más allá y, por qué no más acá, de la idea del espectáculo y del lucro.

El juego late en nuestros genes como un aguijón filogenético que incita y cuestiona nuestras certezas. Por eso, una pelota de fútbol que rueda es también la otra orilla, que mide la distancia y la proximidad con los demás y con nuestra propia humanidad encarnada. Es el vértigo que nos plantea la necesidad de salir de nosotros mismos para adaptarnos o rebelarnos contra la realidad. Movidos y/o a pesar de tantos sentimientos encontrados de fascinación, espanto, abatimiento y asombro. Una pelota de fútbol, tan arisca en sus contornos, nunca se deja domesticar fácilmente. Y, lo que es peor aún, si nos alcanza a regalar una fugaz vivencia estética a través de un sentimiento de armonía y precisión, siempre es el resultado de dolorosos momentos de desorganización y ruptura. De este modo, el valor del sacrificio se convierte para algunos en beneficio. Un claro ejemplo de cómo la competencia deportiva se puede convertir en plasticidad, y alzarse como vencedora de todas las adversidades, tanto del fracaso como las del éxito.

Una pelota de fútbol también puede convertirse en un círculo virtuoso. A ejemplo de la esfera, que es figura de la forma perfecta, representa las aspiraciones humanas de unidad e igualdad, la conciencia del uno y del todo, la imagen del infinito y la eternidad. Desde los tiempos más remotos, los hombres juegan con formas esféricas juegos brutales, primitivos, como si quisieran familiarizarse con ese objeto casi sagrado en esas misteriosas síntesis entre la guerra y la fiesta, la tierra y el cielo. El Fútbol como deporte de masas, puede ser considerado como una estructura, un universo abierto en constante movimiento. Una dinámica que nos impulsa para lo que vendrá, para la novedad, para la posibilidad de encontrar nuevos motivos lúdicos que nos lleven a arriesgar la crítica como una apuesta ética de la inquietud. Una actitud política y moral, una manera de pensar los problemas que nos aquejan, una apuesta a cuestionar la verdad en sus efectos de poder y a cuestionar el poder en sus discursos de verdad.

Porque todo lo dicho siempre resulta insuficiente, dejo mis mejores auspicios a los lectores, para que se acerquen a la lectura de este hermoso libro. Y sobre todo, a difundir la memoria del deporte local y regional.

Recibido: 03/10/19 Aceptado: 14/02/19

© 2019 Facultad de Ciencias Humanas, UNRC.

Revista de investigación CRONÍA 15 (19): 84 - 92 ISSN 2344 942x

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