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Hacia una Nueva Universidad: El proyecto político-educativo de Augusto Klappenbach en la revista Latinoamérica (Río Cuarto, 1973-1974)1

Towards a new university: The political education project in Latin America magazine of Augusto Klappenbach (Río Cuarto, 1973-1974)

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Amalia Paulina Moine- Universidad Nacional de Río Cuarto (UNRC) / Universidad Nacional de Tres de Febrero (UNTreF) - amoinetizon@hotmail.com.ar - Recibido: 09/10/18 Aceptado: 02/11/18

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Resumen. El presente trabajo tiene por objetivo explorar la revista Latinoamérica, una experiencia editorial local que se editó desde Librería Superior entre noviembre de 1973 y diciembre de 1974, posibilitada por el clima cultural e ideológico que se proyectaba en el marco de una ciudad que adquiría, conflictiva y aceleradamente, un perfil universitario. En efecto, los interrogantes que guiaron esta investigación se centraron en el análisis de la relación entre Latinoamérica y el escenario universitario crecientemente radicalizado que se correspondió con el predominio, breve pero intenso, de la tendencia revolucionaria del peronismo durante el mandato de Augusto Klappenbach, desde septiembre de 1973 hasta octubre de 1974, a los fines de analizar la concepción de educación y el modelo de universidad que predominó en la revista, y más específicamente el proyecto político-educativo que se puso en marcha en la casa de altos estudios durante el período analizado en vistas a lograr una reestructuración interna de la misma en tres áreas calves: docencia, investigación y “extensión”, y la construcción de una universidad popular al servicio de la liberación nacional.

Palabras claves

Revista Latinoamérica Radicalización

Universidad

Proyecto político educativo

Augusto Klappenbach

Abstract. This paper aims to explore the magazine Latin America, a local editorial experience which was published from top Library between November 1973 and December 1974, made possible by the cultural and ideological climate that was projected in the framework of a city that gained, conflictual and rapidly, a University profile. Indeed, the questions that guided this research focused on the analysis of the relationship between Latin America and increasingly radical University stage which corresponded with the brief but intense, predominance of the trend revolutionary peronism during the term of Augusto Klappenbach, from September 1973 to October 1974, the purposes of analyzing the concept of education and the University model that predominated in the magazine, and more specifically the project calves political education that it was launched in the house of higher learning during the period analyzed in order to achieve an internal restructuring in three areas: teaching, research, and “extension”, and the construction of a people’s University to the service of national liberation.

Keywords

Latin America magazine Radicalization

University

Political education Project

Introducción

Al iniciarse la década de 1970, el clima de la época estuvo marcado por un escenario político “poblado por actores involucrados en prácticas progresivamente confrontativas” y por la “crispación y radicalización del discurso que se correspondía con la aceleración de la política” (Terán, 2004: 81). En este contexto de efervescencia política apareció, a fines de 1973 en la escena local, una experiencia editorial surgida desde la Librería Superior, hoy una tradicional librería de la ciudad, que reflejó la encrucijada político-cultural que caracterizó tal proceso de radicalización en Argentina. La revista Latinoamérica, plataforma política y cultural acotada en el tiempo, contó con cinco publicaciones consecutivas, en noviembre y diciembre de 1973; y en abril, agosto y diciembre de 1974, pero cuyas expectativas estuvieron definidas por la intención de que fuese una revista bimestral. Este soporte fue portador de la presentación de un pensamiento liberador, ya que allí se plasmaron debates, conceptualizaciones y propuestas enmarcadas en las diversas expresiones del liberacionismo: educación, teología y filosofía, cuya preocupación estuvo centrada en el rescate del ser argentino y latinoamericano, la cultura popular y la apuesta por la revolución en las formas estéticas, lo que puso de manifiesto una intensa relación entre política y cultura.

En este marco se inscribe el presente trabajo que tiene por objetivo explorar la revista Latinoamérica ante las claves políticas y culturales de la coyuntura local, nacional y latinoamericana de 1973-1974. Este emprendimiento fue posibilitado por el clima cultural e ideológico que se proyectaba en el marco de una ciudad que adquiría, conflictiva y aceleradamente, un perfil universitario. En efecto, los interrogantes que guiaron esta investigación se centraron en el análisis de la relación entre Latinoamérica y el escenario universitario que se correspondió con el predominio, breve pero intenso, de la tendencia revolucionaria del peronismo durante el mandato de Augusto Klappenbach, desde septiembre de 1973 hasta octubre de 1974. De esta manera, en la presente investigación se intentará articular los discursos, temáticas, y posicionamientos que se plasmaron en Latinoamérica con el perfil académico de la recientemente creada Universidad Nacional de Río Cuarto y, más específicamente, con el proyecto político-educativo que puso en marcha Augusto Klappenbach durante su gestión, a los fines de analizar en la revista el modelo de universidad y la concepción de educación que primó en ella.

La revista Latinoamérica ante las claves políticas y culturales de la coyuntura histórica 1973-1974

Diversos autores han esbozado una periodización y una conceptualización en torno a los años sesenta y setenta. En este sentido, Claudia Gilman (2012) destaca la continuidad en ese lapso de tiempo, se refiere a “catorce años prodigiosos”, desde el triunfo de la Revolución Cubana hasta la “cascada de regímenes dictatoriales en América Latina” (1959 hasta 1973 o 1976). Plantea que “el bloque de los sesenta/setenta constituye una época con un espesor histórico propio y límites más o menos precisos” (2012: 35-39) dominada por una sensibilidad de cambio, la valorización de la política y la expectativa revolucionaria. La singularidad de este bloque temporal radica en la “inminencia de transformaciones revolucionarias”.

Por su parte, Beatriz Sarlo (2007) sitúa su análisis dentro de una periodización más prolongada (1943-1973). Allí presenta una línea narrativa que se sintetiza en “el pasaje de las soluciones reformistas a las propuestas revolucionarias” (2007:17). De este modo, a comienzos de la década del setenta, la izquierda (marxista y peronista) logró una breve “batalla cultural” que le otorgó visibilidad en el campo intelectual y artístico, en la Iglesia y en la Universidad como institución. Este pasaje desde el reformismo hacia la radicalización estuvo acompañado de la “progresiva pérdida de especificidad de los discursos intelectuales en relación a grandes temas”:

“ciencia y técnica (de la investigación a la denuncia de las condiciones dependientes del saber); literatura y artes (del compromiso al arte político, de la modernidad y la vanguardia a la revolución); universidad (el fin de la cuestión universitaria propiamente dicha, que se disuelve en la revolución en la universidad y una universidad para la revolución); catolicismo y socialcristianismo (de las encíclicas a la teología de la liberación)” (Sarlo, 2007: 17).

El escenario local también estuvo marcado por la efervescencia revolucionaria y la radicalización política. El epicentro fue la reciente Universidad Nacional de Río Cuarto a partir de la conducción y el predominio de la tendencia revolucionaria del peronismo, que en términos generales esta gravitación alcanzó carácter hegemónico en las universidades estatales. Ello se dio bajo de la gestión de Jorge A. Taiana2 en el Ministerio de Cultura y Educación de la Nación, quien había sido designado por Héctor Cámpora en mayo de 1973 y se mantuvo en el cargo hasta agosto de 1974, cuando tras la muerte de Juan D. Perón en medio de un fuerte recambio en el gabinete nacional fue obligado a renunciar y asumió la cartera educativa Oscar Ivanissevich, vinculado a la ortodoxia peronista.

Jorge A. Taiana era el defensor de “poner las universidades nacionales al servicio del pueblo, siendo por lo tanto necesaria la reformulación de los objetivos, contenidos y métodos de enseñanza con la participación de todos los sectores vinculados a la vida universitaria” (Rodríguez, 2015: 23). Este modelo universitario participativo y al servicio de la “Reconstrucción y Liberación Nacional”, fue complementado con el propósito del ministro de vincular la universidad con el contexto más general y las necesidades de la sociedad. Durante su gestión, la mayor parte de los nuevos delegados interventores en las universidades nacionales eran afines a los sectores de la tendencia revolucionaria de la Juventud Peronista y de la Agrupación Montoneros.3

Poco antes de asumir la tercera presidencia Juan D. Perón, el 7 de septiembre de 1973 fue designado rector interventor de la Universidad Nacional de Río Cuarto, el licenciado Augusto A. Klappenbach4. Joven profesor universitario, “con predicamento en los sectores estudiantiles, militante peronista, simpatizante con el tercermundismo y con la línea de izquierda en el movimiento nacional (El Pueblo, 1973:2), asumió la compleja tarea de diseñar y conducir el proceso de reconstrucción de la casa de altos estudios. De este modo, se abrió un período signado por el predominio del “peronismo rebelde, joven, crítico, con ideas progresistas” (Entrevista a Lino Frasson, 2015), representado por la Juventud Peronista y la figura de Klappenbach en el seno de la universidad. Esto estuvo ligado al “proceso de peronización” de amplias masas del movimiento estudiantil y a la acelerada politización de otra franja de sectores universitarios que sin identificarse con el peronismo, compartirían con estos sectores una común voluntad de cambio expresada en los objetivos de hacer la revolución.

A medida que se aceleraba el proceso de radicalización en la Universidad Nacional de Río Cuarto, se buscó también profundizar la retórica de la liberación y los discursos latinoamericanistas. A esto contribuía la organización de conferencias como las que dictó el profesor Conrado Eggers Lan, que se tituló “Para una filosofía de la cultura latinoamericana actual” (El Pueblo, 1973:7) o la del doctor Arturo A. Roig, quien disertó sobre las “Pautas del pensamiento latinoamericano” (El Pueblo, 1973:12). También disertaron personalidades referentes de la filosofía de la liberación, tales como Leopoldo Zea y Enrique Dussel. Además, visitaron la ciudad de Río Cuarto referentes del movimiento de curas tercermundistas, tales como el padre Carlos Mugica- invitado por la Escuela Zonal de Conducción Política del Movimiento Nacional Justicialista-, y el padre Rolando Concatti, este último invitado por la Juventud Peronista de Río Cuarto. Los mismos disertaron acerca del compromiso social del cristianismo, asumiendo una prédica de denuncia de las condiciones sociales del país y la lucha por un mundo más justo (El Pueblo, 1973).

También el Círculo Médico de Río Cuarto, espacio cultural que permitió la difusión del pensamiento liberador, desarrolló, entre abril y septiembre de 1974, un ciclo de actividades culturales para todo público. Algunos de los intelectuales que disertaron fueron Marcos Aguinis sobre “La rebelión intelectual latinoamericana”, Augusto Klappenbach se refirió a la “Situación actual y futura de la Universidad Nacional de Río Cuarto”, Alberto Cupani brindó una conferencia sobre “La imagen liberal del hombre”, Luis Zorzin, un referente local del movimiento de sacerdotes tercermundistas, expuso sobre “El compromiso actual del cristiano en la sociedad” (La Calle, 1974: 9).

A partir de la organización de estas diversas actividades culturales, la prédica liberacionista en sus diversas ramificaciones, tanto en el plano de la filosofía como de la teología, se instalaba en el ámbito local. De esta forma, la ciudad de Río Cuarto no era ajena a las discusiones y debates que estaban en boga en América Latina en los años setenta. Los jóvenes universitarios conformaron el público habitual de estos espacios afines a dichas ideas.

En este contexto surgió Latinoamérica que se editó entre noviembre de 1973 y diciembre de 1974. El propietario de la Librería Superior, entre 1969 y 1975, y director de la revista fue Lino Frasson, un actor central de los años setenta en espacios dedicados a la cultura y la docencia. La revista se enmarcó en una “línea de orientación humanística cristiana” (El Pueblo, 1973: 12) y fue portadora de un pensamiento progresista y liberador. Contó con muchos colaboradores, algunos referentes del campo de la pedagogía, la psicopedagogía, la filosofía o la literatura, otros adscriptos a la teología o a la filosofía de la liberación.5 En este caso, el denominador común fue la fuerte convicción de querer transformar la sociedad, en palabras de Lino Frasson (2015). Latinoamérica fue una revista de ciencias sociales, cuya preocupación central era el “ser latinoamericano”. Ello explica el nombre de la misma, ya que en la presentación se anunciaba: “Latinoamérica nace desde esta ciudad pampeana, alimentada por el íntimo anhelo de posibilitar y proyectar la expresión auténtica del ser latinoamericano y de su identidad” (Latinoamérica, Año I Nº 1, noviembre de 1973, p.2). Esta experiencia editorial construyó su objeto, “el ser latinoamericano”, a partir del cual giraron las intervenciones y debates que se plasmaron en ella, asumiendo un compromiso con la realidad nacional en particular, y de Latinoamérica en general. Se buscó la gestación de un pensamiento auténtico en clave identitaria, gestado en y para Latinoamérica en oposición a los enfoques europeos y norteamericanos. En diálogo con la prensa local, Lino Frasson aclaró que se trataba de una publicación riocuartense, aunque no localista:

“(…) es del interior, aspira a reflejar la actividad de las diversas ciudades del interior, que sea un poco el grito del interior contra el totalitarismo porteño. El interior tiene muchos valores, pero ha carecido siempre de un vehículo propio para expresarse. Latinoamérica pretende ser algo de esto: un puente de Río Cuarto con el país (…)” (El Pueblo, 1973: 12).

Latinoamérica significó algo más que un esfuerzo editorial en una ciudad del interior, trascendió los límites localistas. Pretendió ser un vehículo de difusión de los debates y aportes que se gestaban en Río Cuarto con el objetivo de repercutir en la agenda cultural nacional de aquel momento. En palabras de su director, fue un “grito de rebeldía”, ya que los provincianos, los habitantes del interior querían “decir su propia palabra”, y dicha publicación se constituyó en el soporte cultural para expresar esto (Frasson, 2015).

Universidad popular y radicalización del discurso pedagógico

A lo largo de las páginas de Latinoamérica, se puso de manifiesto el proyecto de universidad que Augusto Klappenbach diseñó mientras estuvo a cargo del rectorado de la Universidad Nacional de Río Cuarto. En el número uno de la revista se difundió el discurso completo que pronunció al asumir el cargo de rector interventor el 28 de septiembre de 1973. En esta ocasión, dejó establecido el modelo de Universidad que se buscaba construir junto a docentes, no docentes, estudiantes y pueblo de Río Cuarto. Realizó una fuerte crítica a la “universidad elitista”, “de privilegio, alejada y aislada del camino hacia la liberación” (Latinoamérica, Año I, Nº 1, noviembre de 1973, p.50). Señaló los “vicios” de esa “universidad liberal”:

“(…) complacerse en su propia contemplación, en establecer dentro de sus paredes una realidad ficticia, dentro de la cual el universitario mantenía la ilusión de formar una avanzada de la sociedad cuando en realidad no constituía más que un reducto parasitario de la vida del pueblo” (Latinoamérica, Año I, Nº 1, noviembre de 1973, p.50).

Luego remarcó que la “universidad liberal” había aprovechado sistemáticamente, en su propio provecho, el esfuerzo diario –penoso y mal retribuido- que hacía la clase trabajadora argentina con el cual mantenía a quienes tenían el privilegio de poder dedicarse a la docencia y al estudio en el campus universitario. Nunca ha devuelto sus frutos al pueblo que lo hacía posible, muy por el contrario, ha buscado su prestigio intelectual sin preguntarse qué tenía que ver eso con las necesidades reales de la clase trabajadora, remarcó el joven rector. Y a ese pueblo al que llamaban “inculto”, la historia estaba demostrando que todos los días tomaba la iniciativa, mostrando en su lucha cotidiana una sabiduría mucho más alta que la que surgía de las aulas (Cf. Latinoamérica, Año I, Nº 1, noviembre de 1973, p.50).

Planteó que la universidad, al igual que otras instituciones, sufrió el proceso de colonización, y cumplió durante las dictaduras de los últimos años “el triste papel de reaseguros de una situación semi-colonial”, y “justificó la opresión de las mayorías populares” (Latinoamérica, Año I, Nº 1, noviembre de 1973, p.51). A partir de este diagnóstico, Klappenbach propuso devolver al pueblo lo que ha dado, lo cual no se limitaba a acompañarlo en las movilizaciones masivas y la lucha callejera, sino también en el trabajo científico y técnico que haga posible a las capas populares romper la situación de dependencia y explotación en que ha sido mantenido durante años por el imperialismo. Para lograr la liberación, la universidad deberá embarcarse en la “Reconstrucción Nacional”, asumiendo el desafío histórico de “demostrar que la Universidad liberada es más eficaz y más seria que la Universidad liberal” (Latinoamérica, Año I, Nº 1, noviembre de 1973, p.51).

Para ello, planteó superar la burocracia administrativa, dirigir las investigaciones para resolver las necesidades reales de la región y en particular de los sectores más necesitados y postergados de la vida universitaria, elaborar una política pedagógica que supere los “vicios de la universidad liberal” (intelectualismo, verticalismo, competencia, aislamiento), replantear los sistemas de aprendizaje y evaluación, lograr la relación entre ciencia y trabajo, y buscar la integración de las disciplinas para que no sean meros compartimientos estancos (Latinoamérica, Año I, Nº 1, noviembre de 1973, p.51).

En este discurso, Klappenbach sentó las bases para la construcción de una universidad popular, concebida al servicio al pueblo y con una participación activa en el proceso de liberación, en contraposición a la universidad liberal, que solo hacía de ella una fuente de prestigio o de influencia. Éste buscaba superar aquella desconexión entre la Universidad y su “medio”, a los fines de construir una “Universidad abierta al pueblo”, extendiendo su apertura a los sectores más marginados, quienes en el pasado no habían tenido acceso a la vida universitaria y cuyo ingreso masivo era la “única solución al problema universitario”, ya que “la salvación de la universidad no viene de la universidad misma sino de afuera” (Latinoamérica, Año I, Nº 1, noviembre de 1973, p.51).

Este proceso se correspondió con una “idea de refundación”, la de la “universidad nacional y popular” que tuvo como protagonistas responsables al movimiento estudiantil y a profesores de ideologías progresistas o peronistas antiimperialistas surgidos en un proceso de radicalización tal como se ha descripto. Ello se puso de manifiesto con la creación de las llamadas “cátedras nacionales”, cuyos docentes se inscribían en lo que ellos mismos denominaban “epistemología tercermundista” (Sarlo, 2007:87). Estos llevaban a cabo fuertes cuestionamientos al “discurso cientificista” a partir de una visión crítica desde las ciencias sociales, ya que “el conocimiento social debía promover una mejor comprensión de la realidad local y debía insertarse en el proyecto de liberación nacional” (Buchbinder, 2005:197), a partir de las cuales varias facultades ensayaron experiencias de trabajo en villas miserias y barrios obreros.

En las universidades nacionales se produjo el desplazamiento desde el reformismo hacia la radicalización y la revolución. En este marco se inscribe el proyecto político-ideológico que dejó sentado Klappenbach en su discurso de asunción. Durante su gestión, la universidad comenzó a tener un papel activo en la vida de la comunidad, especialmente en la de los sectores populares. Además, la relación de la Universidad Nacional de Río Cuarto con la comunidad y la región se estableció a través de cuatro áreas de trabajo: Centros de Trabajo y Cultura, Capacitación y Docencia, Acción Cultural y Transferencia de Tecnología. (Revista Río Cuarto, del quincho al rascacielo, 7 de junio de 1974, p.43).

La universidad creó dos “Centros de Trabajo y Cultura” en dos barrios populares de Río Cuarto. Sus objetivos fueron los de integrar la universidad al medio, apoyar el desarrollo de la cultura popular, promover la capacitación técnica y manual de obreros, y colaborar con el mejoramiento del nivel de vida regional. Estos centros, atendieron, primordialmente, los requerimientos de asistencia médica y legal, de trabajo, de salud, de esparcimiento y vivienda. (Cf. Revista Río Cuarto, del quincho al rascacielo, 7 de junio de 1974, p.43).

Además, desde el área Capacitación y Docencia, la Universidad, a través de los docentes pertenecientes a Ciencias de la Educación, dictó cursos de capacitación y perfeccionamiento docente a nivel primario y secundario, para maestros y profesores de escuelas municipales, provinciales y nacionales. Se habilitaron dos centros de este tipo en la ciudad de Laboulaye y en la localidad de Adelia María. También se llevó a cabo el proyecto de “Bachillerato Acelerado para Adultos”, sobre las bases de los programas aprobados por DINEA (Dirección Nacional de Educación de Adultos). Concurrieron al mismo más de 650 estudiantes, en horario nocturno. Se dictaron cursos para operarios y obreros de Río Cuarto sobre metrología e interpretación de planos mecánicos, para productores rurales sobre apicultura, cursos de capacitación sindical para dirigentes obreros, de formación de operarios en especialidades donde existe déficit de mano de obra y cursos de iniciación artística y musical (Cf. Revista Río Cuarto, del quincho al rascacielo, 7 de junio de 1974, p.43).

Las tareas que se desarrollaron en el área de Acción Social contemplaron las siguientes actividades: coro universitario, teatro universitario, taller libre de artes plásticas y ciclos de cine; en la ciudad de Río Cuarto tanto en el centro de la misma como en los barrios populares, y en las localidades del sur cordobés hacia donde llega el área de influencia de la UNRC, mientras que desde el área Transferencia de Tecnología se llevó a cabo la coordinación, planificación y control de la prestación de servicios, investigación y docencia que se efectuaba en la UNRC a los efectos de dar solución y respuesta a las solicitudes de apoyo tecnológico. (Cf. Revista Río Cuarto, del quincho al rascacielo, 7 de junio de 1974, pp.43-44).

Esto fue acompañado de un conjunto de adecuaciones y reestructuraciones en la estructura académica y organizativa al interior de la Universidad Nacional de Río Cuarto, para buscar “abrir la universidad hacia adentro”. La revista Latinoamérica puso de manifiesto en sus páginas la propuesta de “Reconversión Académica para la Liberación Nacional y Social” que surgió de las distintas mesas de trabajo de las “Jornadas de Reconversión Universitaria” (Latinoamérica, Río Cuarto, Año I, Nº 2, diciembre de 1973, p.34). En esta instancia, se definió el proyecto ideológico para reestructurar las universidades nacionales considerando tres ejes: actividad docente, actividad de investigación y de extensión.

Este proyecto partió de un diagnóstico centrado en la perspectiva estructuralista del marxista althusseriano, al considerar a la universidad como parte del “aparato ideológico del Estado”, “reproductora de las condiciones de existencia del sistema capitalista dependiente vigente” y además “(…) como “instrumento de los sectores dominantes que tratan así de asegurar su supremacía formando profesionales y técnicos que respondan a tal estructura, los cuales, al mismo tiempo que sirven al mecanismo de producción, reproducen las condiciones ideológicas necesarias para la preservación y desarrollo del sistema (…)” (Latinoamérica, Río Cuarto, Año I, Nº 2, diciembre de 1973, p.34).

Así concebida, la universidad en tanto dispositivo institucional encargado de reproducir la ideología dominante y mantener el status quo de las sociedades capitalistas, era además un “aparato de transmisión”, reproductor de conocimientos dentro de un esquema “autoritario y verticalista” de la relación alumno-docente en el curso del aprendizaje, y la “organización jerárquica en torno al saber, donado coactivamente por el profesor y receptado pasivamente por el estudiante”. Se reconoce críticamente además una fragmentación del conocimiento de la realidad, a partir de parcelar las aéreas de enseñanza en “materias”. En la actividad de investigación, se da también un mecanismo de transmisión de categorías, método y modelos de análisis pre-elaborados en los centros hegemónicos internacionales, privilegiando el cientificismo, mientras que la actividad de extensión también contempló el “modelo de transmisión-donación” al “medio” de la cultura regimentada por las clases dominantes. (Latinoamérica, Río Cuarto, Año I, Nº 2, diciembre de 1973, pp.34-35).

Así, la crítica a este “proyecto colonialista de universidad”- en el que operó la independencia y la atomización de estas tres actividades, docencia, investigación y extensión- vertida en la revista Latinoamérica, que fue portavoz del discurso político-pedagógico radicalizado de la Universidad Nacional de Río Cuarto, se basó en las corrientes críticas del reproductivismo en clave althusseriana, y en la pedagogía de la liberación de Paulo Freire. En este caso, se impugna la “concepción bancaria de la educación”, de acumulación y memorización de conocimientos, que concibe al hombre como “algo vacío y por llenar “, “una educación de depósitos” en donde la conciencia tiene un rol pasivo (Devés Valdés, 2003:161).

El orden universitario era cuestionado no solo por sus falencias académicas, sino además por no ser el adecuado en función de las características del país y las necesidades de sus clases populares. Ello implicaba la construcción de una nueva cultura académica para “poner la universidad al servicio del proceso de Reconstrucción Nacional y Liberación Social” y la eliminación del proyecto ideológico de la “vieja universidad verticalista y elitista”.

Así, se puso en marcha una “revolución” al interior de las universidades, a partir de la unificación de las áreas de docencia, investigación y extensión. Se postuló suprimir la clase magistral y superar la separación atomística de las cátedras-materias mediante el establecimiento de un conjunto de “áreas-problemas”. Se privilegió la “concepción problematizadora de la educación”, a decir de Freire, a partir de resolución de problemáticas vinculadas a las necesidades concretas del pueblo. Las investigaciones partirán de temáticas populares, con metodologías interdisciplinarias. La ciencia será concebida como “un instrumental técnico apto para la empresa de Liberación Nacional y Social” (Latinoamérica, Río Cuarto, Año I, N° 2, diciembre de 1973, pp.35-36).

En lo que respecta a la extensión universitaria, el rector Augusto Klappenbach planteó en el “Encuentro de Extensión Cultural Interuniversitario,” desarrollado en diciembre de 1973 en la UNRC, que “hablar de extensión ya significa que algo anda mal en nuestras Universidades”, ya que “(…) la relación de la Universidad con el medio, debería ser el modo natural de la vida de una Universidad y no una tarea que nos planteamos de algún modo como agregada a la tarea académica normal que suele ocuparnos la mayor parte de las energías (…).Si la Universidad fuera popular, toda la tarea universitaria consistiría en lo que hoy entendemos por Extensión (…)” (Latinoamérica, Rio Cuarto, Año I, Nº 2, diciembre de 1973, p.37).

“Devolver la universidad al pueblo” significaba que esta institución dejara de ser el “sitio de formación de las elites dominantes” para ponerlo al servicio de los intereses populares, lo que suponía una transformación de la sociedad entera. En este discurso académico radicalizado, Klappenbach planteó la idea de transformación social que, en este contexto, iba a condensar en la expectativa de “hacer la revolución”. Así, para los universitarios radicalizados esta voluntad de cambiar la sociedad llevaba implícita la necesidad de romper con el “carácter burgués” de la institución universitaria, para crear la “nueva universidad”, siguiendo la expresión de Darcy Ribeiro, que puesta al servicio de esta transformación exprese su compromiso “militante” con los “intereses nacionales y populares” (Suasnábar, 2004:82).

En consonancia con esto, el espacio pedagógico universitario receptó la propuesta educacional de Paulo Freire, y ello se puso de manifiesto además en el marco del cuestionamiento a la actividad de “extensión”. En efecto, se decidió reemplazar el concepto de extensión por el de “comunicación de la universidad con la comunidad” (Latinoamérica, Río Cuarto, Año I Nº 1, noviembre de 1973, p.21). La fundamentación de este cambio se sustentó en una obra de Freire, ¿Extensión o Comunicación? (1975), en donde el pedagogo brasileño plantea que la “acción extensionista” implica la necesidad que sienten aquellos que llegan hasta “la otra parte del mundo”, considerada inferior para, a su manera, “normalizarla”, hacerla más o menos semejante a su mundo. De ahí que, en su “campo asociativo”, el termino extensión se encuentra en relación significativa con “transmisión, entrega, donación, mesianismo, invasión cultural, manipulación”. Desde una “perspectiva humanista”, se rehúsa a la “domesticación de los hombres”, “la tarea corresponde al concepto de comunicación, si es que se quiere llegar al hombre, no al ser abstracto, sino al ser concreto, insertado en una realidad histórica” (Latinoamérica, Río Cuarto, Año I Nº 1, noviembre de 1973, p.21).

La revista Latinoamérica, en tanto vehículo de difusión de las propuestas e ideas que se gestaron en el seno de la Universidad Nacional de Río Cuarto, fue portavoz de la pedagogía liberadora de Freire, que se hizo eco en el espacio universitario setentista. A lo largo de sus páginas se plasmó el pensamiento social y educacional que Freire desarrolló en Brasil en la primera mitad de los sesenta, cuya obra clave fue La educación como práctica de la libertad (1964). Su objeto, como lo advierte el propio título de la obra, es la libertad o la liberación. Ella es un objetivo, que no podrá lograrse de golpe ni definitivamente, ni con la pura educación pero tampoco podrá hacerse sin ésta. Los aportes de la educación consisten en la posibilidad del diálogo que engendra la comunicación, la posibilidad de la crítica y la creatividad como actividades fundamentales del hombre, la posibilidad de entender el mundo y no de memorizarlo, y de obtener una conciencia que llame a preocupase por la situación en la que se vive. Tales adquisiciones, harán del educando una persona apta para sumergirse en el proceso de cambios, es decir, podrá comprender y comprometerse en la obtención del desarrollo y la democracia, factores que unidos a los frutos de la educación posibilitaran un avance en el camino de liberación (Devés Valdés, 2003).

La pedagogía liberadora, señala Freire, no debe concebir al hombre como “algo vacío y por llenar”, no puede ser una “educación de depósitos” sino una “concientización de los hombres en sus relaciones con el mundo”. Por ello rechaza el “llenado de información”, el “quietismo”, la memorización y acumulación de conocimientos; propiciando la comunicación y la creatividad. La educación, como práctica de la libertad, es un acercamiento crítico a la realidad. La concientización es la toma de conciencia que se profundiza, es su desarrollo crítico, y no puede existir fuera de la praxis, fuera de la acción-reflexión. Implica concebir las relaciones entre el individuo o el grupo y el entorno, entendiendo que la situación de opresión se cambia cambiando el mundo. Es una “desmitificación de la realidad” y una “dialectización de los actos de denunciar y anunciar” (Devés Valdés, 2003:162).

El pueblo: sujeto y constructo histórico, un “lugar de memoria”

Latinoamérica en su primer número, noviembre de 1973, publicó la conferencia que dictó Augusto Ángel Klappenbach en la Biblioteca Popular de los Sagrados Corazones. En esta ocasión, disertó sobre la “cultura popular latinoamericana”, y remarcó que al definir este concepto es necesario “superar el criterio puramente folklórico o pintoresco”, ésta no puede ser analizada en función de estos rasgos folklóricos comunes, ya que “enmascara” el verdadero problema al separarlo del contexto socio-político (Latinoamérica, Río Cuarto, Año I N° 1, noviembre de 1973, p.4). Entonces, ¿Qué se entiende por cultura? El conferencista planteó que comúnmente este concepto evoca un “sentido refinado, elaborado, fruto de un manejo suficientemente amplio de instrumentos conceptuales”, por ende, “llamamos culto a un individuo que cumple esas condiciones, que tiene cierto refinamiento”. Ya en esta definición está presente el colonialismo cultural, remarcó Klappenbach (Latinoamérica, Río Cuarto, Año I N° 1, noviembre de 1973, pp.4-5).

Definió a la cultura como “sinónimo de humanidad ya que donde quiera que hay hombres hay cultura” (Latinoamérica, Río Cuarto, Año I N° 1, noviembre de 1973, p.6). Pero, la cultura dentro del proyecto de colonización cultural y en un país dependiente es un instrumento y un medio más de dominación. En este sentido, una minoría se apropia del trabajo ajeno ya que para ella el único trabajo consiste en dominar y en poner pautas y leyes a la mayoría encargada de la transformación directa de la naturaleza. Pero, este grupo dominante necesita reforzar su propio dominio, no solamente por la fuerza sino también a través del montaje de una “maquinaria ideológica”, es decir, una cultura que convenza a esa enorme masa que está trabajando para ellos pero que ésa es la situación “lógica”, “necesaria” y “habitual” del género humano (Cf. Latinoamérica, Río Cuarto, Año I N° 1, noviembre de 1973, p.6).

Esta situación de alienación genera una división social entre los “cultos”, los “refinados”, los “conocedores”, la “cultura culta”; que elabora esa elite que se apropia del trabajo ajeno, por un lado, y por otro, los “incultos”, los que trabajan, los que producen los bienes, los que hacen posible la subsistencia del género humano, en suma, la cultura popular; “la que elabora el pueblo todos los días transformando la naturaleza al servicio del hombre” (Latinoamérica, Río Cuarto, Año I N° 1, noviembre de 1973, p.6). En este proceso de subordinación, esta última aparece como una “cultura de segundo orden”, subsidiaria y marginal, cuyo valor cultural queda reducido a la cultura dominante y a las pautas culturales que la elite le imponga.

El conferencista luego se refirió al mecanismo que se debería adoptar para romper con esta situación de dependencia. Para llevar a cabo una batalla en el campo cultural, no se puede tomar una postura ingenua y esperar que un gobierno popular “haga la revolución cultural”. Tampoco se trata de “elaborar una cultura de recambio”, es decir, de reemplazar la cultura dominante por otra cultura popular fabricada de antemano. El enfoque correcto sería el de establecer una nueva política cultural en la cual el pueblo en tanto protagonista elabore su propia cultura por sus propios medios, de este modo ya no necesitará de “representantes ilustrados”, la imposición será reemplazada por la producción. El pueblo, a partir de su “esfuerzo creativo”, asumirá en sus manos la elaboración de su propia cultura. Se refirió a la “explosión creativa cultural” que hay que despertar en el pueblo, a través de la pintura o la música, por ejemplo. A través de estas actividades culturales se deberá lograr que el pueblo piense y comience a expresarse a través del arte, a tomar decisiones, organizar el trabajo en la fábrica e incuso tomar el poder. Para ejemplificar esto, Klappenbach se refirió a una frase célebre del pedagogo brasileño Paulo Freire: “pobre del opresor si el oprimido empieza a pensar” (Latinoamérica, Río Cuarto, Año I N° 1, noviembre de 1973, p.11).

Ahora bien, ¿Qué papel cumplirían los intelectuales y/o universitarios en este proceso de “explosión creativa cultural”? En este sentido, Klappenbach, en tanto representante institucional de la casa de altos estudios, planteó cual sería la manera más correcta de actuar, y para ello comenzó por descartar dos actitudes “falsas y engañosas”: una es la de pretender enseñarle al pueblo la “verdadera cultura”; es la actividad de “superioridad intelectual”. La otra consiste en ir a los “ambientes populares” tratando de negar o de rechazar rodo el bagaje cultural que ha recibido y tratando de ser uno más ante el pueblo pero de manera artificial. Es el complejo de “inferioridad”. Para el joven rector, la postura correcta del intelectual implicaría superar estas dos actitudes e ir a los “ambientes populares a integrarse allí pero llevando lo propio, es decir llevando ese bagaje cultural que el pueblo también necesita” (Latinoamérica, Río Cuarto, Año I N° 1, noviembre de 1973, p.12).

El pueblo, en tanto sujeto histórico, no “reclama maestros que le indiquen que tiene que pensar”, sino que le enseñen el manejo de determinadas técnicas o instrumentos que “habían sido siempre patrimonio de un grupo privilegiado”. La función del intelectual, debería ser la de enseñar y poner a “disposición del pueblo el propio instrumento cultural que tiene en sus manos”. (Latinoamérica, Río Cuarto, Año I N° 1, noviembre de 1973, p.12).

Tal como se puso de manifiesto anteriormente, el nuevo sujeto histórico del proceso revolucionario es el pueblo. En este sentido, Carlos Pérez Zavala, miembro colaborar de Latinoamérica y pensador riocuartense adscripto a la filosofía de la liberación, vertió en las páginas de la revista su reflexión en torno a la noción de pueblo. Definió al mismo como lo “auténticamente humano” porque tiene “sus raíces en la estructura esencial del ser” (Latinoamérica, Río Cuarto, Año II Nº 5-6, diciembre de 1974, p.3) ya que está vinculado con los elementos de la existencia, de la naturaleza y las fuerzas de producción. Es una “formación histórica original y concreta”, ya que en tanto “depositario de la auténtica cultura”, a lo largo del tiempo se han ido sedimentando en él las experiencias que va atravesando el país; es un constructo histórico y un lugar de memoria, ya que en el pueblo viven los “elementos genuinos que nacen a lo largo del tiempo”. Es por ello que tiene sentido de la historia, de “su historia”, y comienza a tomar conciencia de sí cuando toma contacto con otros que sin trabajar se enriquecen con su trabajo. Confronta con la realidad y toma conciencia de sí como grupo oprimido frente a un grupo que lo oprime, allí se convierte en sujeto al definir lo que quiere y debe ser. Este pueblo tiene una memoria común, memoria de su historia de opresión (Cf. Latinoamérica, Río Cuarto, Año II Nº 5-6, diciembre de 1974, pp.3-4). Estas características son las que definen al “pueblo fundamental”, pueblo de base”, según Pérez Zavala. En contraposición a esto, se encuentra el “No-pueblo”, conjunto de personas que “vive con el alma puesta en otros valores, en otras culturas, enajenado de su auténtica historia” y que están al servicio de los centros de dominación que están fuera del país (Latinoamérica, Río Cuarto, Año II Nº 5-6, diciembre de 1974, p.5).

Conclusion

En síntesis, a lo largo de las páginas de la revista Latinoamérica es notable la difusión del discurso pedagógico radicalizado, a partir de la recepción de las teorías de la reproducción, de la desescolarización y la pedagogía de la liberación, como así también la incorporación de nuevas técnicas y principios pedagógicos en vistas a lograr la “revolución pedagógica” y la transformación del ser humano para la constitución del “hombre nuevo”, el hombre liberado de su enajenación, idea central que contribuyó a configurar el espíritu de época de los años sesenta y setenta.

En el ámbito universitario el referente fue el brasilero Darcy Ribeiro a partir de su obra “La universidad nueva: un proyecto”, en donde sentó las bases para la construcción de una “universidad revolucionaria” en contraposición a la “vieja universidad” elitista. Estos lineamientos se visibilizaron a partir de la puesta en marcha del proyecto político-educativo que diseñó Augusto Klappenbach para la Universidad Nacional de Río Cuarto durante la coyuntura 1973-1974, transformación revolucionaria en consonancia con lo que sucedía en otras casas de estudio mientras estuvo al frente del Ministerio de Cultura y Educación de la Nación Jorge A. Taiana. Como toda revolución implica una cuestión fundacional, en ese sentido se explica el proceso de reestructuración que llevó a cabo Klappenbach, en un primer momento, una “revolución” al interior de la Universidad, para luego desde ésta iniciar la transformación hacia afuera, teniendo como principales destinatarios los sectores postergados de la institución universitaria.

Latinoamérica difundió a lo largo de sus páginas la oferta académica de la Universidad Nacional de Río Cuarto, en la sección “Carreras que se pueden cursar, que constituyó una suerte de “guía universitaria” en donde se detallaban las carreras que ofrecía la casa de estudios en el marco de la Escuela de Ciencias Aplicadas, de Ciencias Sociales y de Ciencias Básicas. Otro hecho que permite desentrañar la relación que existió entre la editorial y la Universidad tiene que ver con la colaboración de Klappenbach en la revista, por eso este soporte cultural dedicó varias páginas a difundir sus discursos y su propuesta académica en la sección “Hacia una nueva Universidad”. Esto permite comprender que los tópicos, debates e ideas que se trataron en los distintos números publicados fueron en consonancia con lo que sucedía en la agenda universitaria local y el proyecto político-pedagógico de Klappenbach en particular.

De esta manera, esta experiencia editorial solo se entiende en tanto producto de un clima de radicalización que se proyectaba desde la reciente Universidad Nacional de Río Cuarto en el escenario local, y del espíritu de época que predominó en América Latina constituido por las ideas revolucionarias y liberadoras.

Notas:

  1. La presente investigación forma parte de las indagaciones desarrolladas en el marco del Trabajo Final de Licenciatura en Historia (UNRC).
  2. Egresado de la Facultad de Medicina de la UBA, había sido decano y rector durante la segunda presidencia de Juan Domingo Perón (1952-1955).
  3. En la de Buenos Aires, rebautizada “Universidad Nacional y Popular” de Buenos Aires, fue designado el periodista e historiador Rodolfo Puiggrós; en la de La Plata, Rodolfo Agoglia, quien había sido decano de su Facultad de Humanidades durante el primer peronismo; en la Universidad Nacional del Sur, Víctor Bennano, antiguo militante de la CGU. Otros estaban vinculados con el Movimiento de Sacerdotes del Tercer Mundo, como Justino O’ Farrel en la Facultad de Filosofía y Letras de la UBA o el padre Juan Moreno en el rectorado de la Universidad Nacional de Jujuy (Buchbinder, 2005: 202).
  4. Augusto Klappenbach estaba vinculado a la Tendencia y era Licenciado en Filosofía, profesor de la Universidad Nacional de Río Cuarto,- en las cátedras de Introducción a la Filosofía, Antropología Cultural y de Ética Profesional- con licencia hasta el momento en que fue designado interventor, ya que se estaba desempeñando como director del Departamento de Pedagogía Universitaria en la Universidad Nacional de Buenos Aires, por entonces, rebautizada “Universidad Nacional y Popular de Buenos Aires) (Cf. El Pueblo, Río Cuarto, 7 de septiembre de 1973, p.2).
  5. Participaron de este emprendimiento cultural distintos intelectuales, pensadores, artistas, escritores; locales y del resto del país: María del Carmen Bilbao, Mónica Filloy Capdevilla, Hugo Bima, Augusto Klappenbach, Adriana de Risemberg, Yolanda Gil Fiorenza, Dionisio Echarte, como así también Alberto Cupani, Osvaldo Guevara, Pedro Matas, Antonio Tello, Juan Pablo Filipuzzi, Carlos Pérez Zabala, Jorge Carranza, Jorge Llambías, Marcos Aguinis, Enrique Dussel, Héctor Roudil, Clara Yañez, Cecilia Braslavsky y Luis Zorzin.

    Fuentes documentales:

    Prensa

    El 23 visitará esta ciudad el R.P. Carlos Mujica (20 de marzo de 1973). El Pueblo. P.7.

    El padre Rolando Concatti ofreció charlas en esta ciudad. (8 de abril de 1973). El Pueblo. P.2.

    El licenciado Klappenbach habría sido designado interventor en la Universidad. (7 de septiembre de 1073). El Pueblo. P. 2.

    Disertó el profesor Eggers Lan. (25 de octubre de 1973). El Pueblo. P.7.

    Pautas del pensamiento latinoamericano. (23 de noviembre de 1973). El Pueblo. P.12.

    “Latinoamérica”, una revista riocuartense, corona un año editorialmente excepcional. (11 de diciembre de 1973). El Pueblo. P.12.

    Ciclo de conferencias del Círculo Médico de Río Cuarto. (26 de marzo de 1974). La Calle. P. 9.

    Revistas:

    Frasson, L. (noviembre de 1973). Presentación. Latinoamérica. Año I (Nº 1). P. 2.

    Klappenbach, A. (noviembre de 1973). Cultura popular latinoamericana. Latinoamérica. Año I (Nº 1). Pp. 3-13.

    Klappenbach, A. (noviembre de 1973). Hacia una nueva universidad. Discurso pronunciado por el rector en la Universidad Nacional de Río Cuarto, Lic. Augusto Ángel Klappenbach al asumir el cargo. Latinoamérica. Año I. (Nº 1). Pp. 50-51.

    Klappenbach, A. (diciembre de 1973). Hacia una nueva universidad. Propuesta de Reconversión Académica para la Liberación Nacional y Social”. Latinoamérica, Año I, Nº 2. Pp.34-37.

    Klappenbach, A. (diciembre de 1973). Encuentro Interuniversitario de Actividades Culturales. Latinoamérica. Año I (Nº 2). Pp.37- 39.

    Klappenbach, A. (7 de junio de 1974). Esto es la Universidad Nacional de Río Cuarto. Río Cuarto, del quincho al rascacielo. Pp. 42- 45.

    Pérez Zavala, C. (diciembre de 1974). ¿Qué es pueblo? Latinoamérica, Año II. (Nº 5-6). Pp. 2-6.

    Risemberg, A. (noviembre de 1973). El taller de expresión libre. Latinoamérica. Año I (Nº 1). Pp.21- 38.

    Entrevista

    Entrevista a Lino Frasson, tomada el día 28 de marzo de 2015 en la ciudad de Córdoba.

    Referencias bibliográficas

    Aminahuel, A. (2016). Pensamiento y discurso de Augusto Klappenbach: ideas sobre la Universidad (Río Cuarto, 1973-1974). Trabajo Final de Licenciatura en Ciencia Política. Río Cuarto, Argentina: Facultad de Ciencias Humanas. Universidad Nacional de Río Cuarto

    Buchbinder, P. (2005). Historia de las universidades argentinas. Buenos Aires, Argentina: Sudamericana.

    Devés Valdés, E. (2003). El pensamiento latinoamericano en el siglo XX. Tomo II: Desde la CEPAL al neoliberalismo (1950-1990). Buenos Aires, Argentina: Biblos.

    Gilman, C. (2012). Entre la pluma y el fusil. Debates y dilemas del escritor revolucionario en América Latina. Buenos Aires, Argentina: Siglo XXI.

    Rodríguez, L. (2015). Universidad, Peronismo y Dictadura (1973-1983). Buenos Aires, Argentina: Prometeo.

    Sarlo, B. (2007). La batalla de las ideas (1943-1973). Buenos Aires, Argentina: Emecé Editores.

    Suasnábar, C. (2004). Universidad e intelectuales. Educación y política en la Argentina (1955-1976), Buenos Aires, Argentina: Manantial.

    Terán, O. (2004). “Ideas e intelectuales en la Argentina, 1880-1980”. En O. Terán. (Coord.), Ideas en el siglo. Intelectuales y cultura en el siglo XX latinoamericano (pp.70-9).Buenos Aires, Argentina: Siglo XXI.

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